Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 18 de noviembre de 2014.
“He
aquí dos grandes aristócratas, el de la sangre y el de las ideas, el conde de
Plasencia y Víctor Pradera.
Los
dos estaban presos en San Sebastián.
Le
dijeron al conde sus verdugos:
Si Ud nos da dos millones de pesetas
le salvamos la vida.
El
conde dice:
No se los doy
Los
rojos, después de pensarlo bien, insisten:
Bueno: denos sesenta mil duros sobre
un Banco francés, y es usted libre.
Plasencia
responde:
Tengo facilidad de disponer de esos
sesenta mil duros, pero habéis de saber que no os daré ni un céntimo. No quiero
que con dinero mío se compren armas contras mis hermanos, los verdaderos españoles. Así que podeis
fusilarme, porque mi vida no vale nada…
Lo
fusilaron. Sus palabras últimas fueron:
¡Viva Cristo Rey! Y ¡Viva España!
¡Qué
grandeza, qué elevación que santidad!
Estar
preso, mal comer, no disfrutar de la luz, dormir apenas, y tener clavado en la
frente el negro fantasma del martirio, acaba con la fortaleza del más bravo.
A
este hombre le ofrecen la vida, la libertad, la luz, el sueño dulce y la mesa
regalada… El amor de los suyos lo está esperando. Pero se pone España por
medio. La patria derrama sangre y lágrimas. Necesita que los buenos sufran con
ella para desagraviar a la Justicia de Dios. El conde se abraza con España y no
da ni un céntimo para librarse de la muerte.
Este
conde era grande de España. Ahora es algo más grande, es grandísimo. Ni príncipes,
ni Reyes le ganan en ennoblecimiento. Para que los Reyes sean como él tienen
que sufrir, como la gloriosa víctima, a la cumbre luminosa de la inmolaciones
voluntarias…
Hermano
conde: como servir ahora a la Patria es servir a Dios, morir por Ella es
también morir por El. Bienaventurado tú. Has ganado un combate imponente. Tu
victoria está todavía más alta que la toma de Badajoz y la Batalla de Talavera.
La
laureada de San Fernando se gana en la tierra por una extraordinaria abnegación
militar. La Laureada de San Fernando se gana en el cielo, como tú la has
ganado, obteniendo la victoria en la intimidad heroica de tu propio corazón. Tu
corazón ha sido tu campo de batalla.
Víctor
Pradera también estaba allí para morir junto con su hijo Enrique. ¡Pobre amigo
mío, dolor doble; una espina en cada ojo! ¡Doble martirio! A Pradera no se le
podía rescatar con nada. Eran muy señaladas en su vida, sus ideas, sus
convencimientos inexpugnables, sus propagandas recias. Era el Apóstol, era el
guerrero en la paz, y el pacífico en la guerra. Era el maestro que debíamos
tener todos para enseñarnos a ser rectos,
a ser dulces y a ser flexibles. Tenía la divina intransigencia de la
verdad, porque era de la raza de los Javier y los Loyola.
Cuando
están sus pobres verdugos (delante de las víctimas grandes son siempre los
pobres verdugos) apuntándole con los fusiles. Pradera levanta en alto el
Crucifijo y exclama:
No hay más verdad que ésta que tengo
yo en las manos… Señores que vais a matarme, oíd: Jesús crucificado es la
cumbre moral. Vosotros ardéis de odio y Jesús es la llama de amor, Vosotros me
matáis y El me hace inmortal. El amor de Cristo se apiade de vosotros… ¡Viva
Cristo Rey! ¡Viva España!
Sonó
la iracunda fusilería y los proyectiles hirieron a Jesús y a Pradera. Cayeron juntos
como dos hermanos.
Ya,
Pradera el de las ideas, es tan aristocrático como Plasencia; y Plasencia el de
la aristocracia es tan ideal como Pradera. La muerte de los dos han sublimado, han producido en el cielo una constelación de
divinos amores y las dos aristocracias son una sola.
Loor a los Laureados de la vida
civil.
“La voz de España” San Sebastián, 7
de Octubre de 1936. España” Publicado en San
Salvador, El Salvador, el 1° de enero de 1937, por la imprenta Suiza.
Siguen existiendo aún,
las victimas del terrorismo, pues las ideas que este azote crean, subsisten aún
en España, en El Salvador y en toda Latinoamérica, ya sea ETA, Exèrcit Popular Català o Terra
Lliure, y buscaron, al cabo de de la
Guerra Civil, el dominio por la vía del terror, cuando España repudió la
anarquía de la República en 1936. En El Salvador, el FMLN abandonó la guerra y los terroristas, al incorporarse
al Gobierno, persisten en sus demandas contra la sociedad, justificándolas con sus
pasados actos y mantienen la represión
contra quienes sólo pudieron se defenderse. Hoy, se espera en España, al igual
que en El Salvador, que con “La
excarcelación de presos etarras y su incorporación a la política local. Allí,
los delincuentes son tratados de manera diferente, porque son delincuentes
patriotas. Cuanto menos, es una excepcionalidad jurídica”. Tomado de El Mundo, del artículo “Cataluña ya
es independiente”, del 12/11/2014.
Ahora vienen los pro- terroristas españoles, a exigirnos a los
salvadoreños, condena para los defensores de la patria, protectores de la
sociedad y mantenedores de nuestras instituciones democráticas, para que
renunciemos a nuestras creencias, y adoptemos las proclamadas por el terrorismo. Sería igual a que admitiésemos
que el asesinato de Víctor Pradera y el Conde de Plasencia, fueron
justificados; el primero, por sostener ideas contrarias a las de la revolución
y el otro, por resistirse a que su dinero fuera usado por el terrorismo contra
sus hermanos españoles.
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