Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 20 de
julio de 2016.
Es posible que pueda
declararse una Ley de Responsabilidad Fiscal, pero nunca se cumpliría. Y para que
pudiera alcanzarse una reactivación económica como la sugerida por Mario Garza,
representante del FMI se necesitaría un cambio de actitud y de pensamiento político
en el Gobierno. Podrá alcanzarse un acuerdo, entre el Gobierno y la Empresa
Privada, para un pequeño aumento tributario, posiblemente al IVA, lo que
empeoraría la situación tributaria interna, deteriorando la economía. Todo lo cual
se debe a la visión del gasto público y de la inversión social, propia del
presente Gobierno.
Súmase a dichas causas
la incapacidad de la oposición política, para plantear “un Gobierno en las
sombras” consistiendo en que, paralelamente, la oposición propusiese medidas
concretas y efectivas a las políticas presentadas por el Gobierno, demostrando,
a la conciencia pública, cuál debe ser el rumbo correcto del país.
La deuda pública
alcanza ya el equivalente al 63% del PIB. La deuda pública totalizó $ 15,698
millones, al final del dos mil catorce, siendo su crecimiento de 5.3% en
promedio anual, con tendencia a aumentar. Han sido ilusorias las proyecciones
de crecimiento económico. Se ha cubierto con deuda, la diferencia en la
recaudación fiscal y, las nuevas necesidades Gubernamentales, también se
cubren con deuda.
Considera el Gobierno
que el Gasto público hace más dinámica
la economía, lo cual es grave error: gran parte del presupuesto se diluye en lo
que llama “inversión social”, que es un
subsidio directo que dan el FISDL y
otras entidades y el cual, se invierte en alimentos, telefonía etc., sin otro
resultado que un clientelismo político. El Gobierno considera que el Estado debe
ser una inmensa burocracia partidaria, por lo que es, débil, costoso e
inoperante.
La falta de disciplina
financiera, se debe a la concepción que
lucha contra un sistema económico, nacido del Estado de Derecho, y no, de
ignorancia del manejo de las finanzas públicas, pues si éste fuere el problema,
la situación sería menos grave.
La riqueza nacional es
producto de la actividad de la micro economía (el quehacer comercial de cada
día) más, es imposible reorientar dicha actividad, hacia la exportación, sin
que haya aplicación de los mecanismos naturales de la economía, los que, por
una concepción ideológica socialista, son en absoluto rechazados; esterilizándose
así, la base económica salvadoreña: El
Salvador, en Centroamérica, ha recibido
menos inversión y, se perfila, que será el que menos exporte en el área. Esta
realidad negativa, tiene por causa las acciones del Gobierno y, en absoluto, de
la Empresa Privada y menos aún, del sector informal.
Si el Gobierno cambiase
su visión económica del país, sería porque así mismo, habría cambiado su visión
ideologizada y tal cosa, no puede suceder. Tratará de sobrellevar la carga
económica un año más, con visión de las elecciones del 2018 y, luego, repetir
el ciclo hasta el 2019. Su estrategia consistirá en acusar a la Empresa Privada
y a la oposición política, de la desestabilización, presentando a los organismos
financieros internacionales, pequeños ajustes que le permitan un mayor
endeudamiento, aunque a tasas más altas.
Debería existir una conciencia social, extra
partidaria, sobre los intereses nacionales y la función que debe desempeñar la oposición
política. La situación nacional, ya no es solo de teoría económica, sino de sobrevivencia
de todos los sectores productivos. La quiebra de uno de estos sectores,
paralizaría la cadena de servicios de los que hoy gozamos. Y es preciso que el
Gobierno, ya no vea las finanzas del Estado como patrimonio personal e
inextinguible, mientras vea dinero en
manos privadas.
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