Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Claro es, que el Presidente Bukele, está sosteniendo a
la vez, dos frentes: el interno, luchando por el dominio político que sobrepasa
las medidas de la pandemia y, el frente externo, contra los señalamientos
internacionales, por sus acciones dictatoriales sobre la población. Ambos frentes,
están íntimamente relacionados, con un resultado incierto, pues en el frente
interno, lucha contra el normal desarrollo social de la nación y su orden
constitucional y, en el externo, contra el sistema democrático de Occidente.
Las medidas contra la pandemia son de salud pública,
sin alterar derechos y obligaciones de los particulares o, alterar el sistema
político. Las proyecciones mundiales sobre muertes, se han reducido, por las
medidas de salud pública (distanciamiento social y sanitizacion) hasta el grado
de disminuir la proyección de fallecidos: Alemania esperaba, con una población de
83.02 millones de habitantes, cerca de 3 millones de fallecidos, pero han
muerto 6,091 personas. Igualmente ha sucedido en Perú: un total de decesos de 1,286,
con una población de 31.99 millones. Nosotros hemos tenido 11 muertes, con 6.42
millones de habitantes. Por lo que ninguna de las proyecciones iniciales, se ha
cumplido, gracias a las medias sanitarias tomadas en cada país.
La ayuda de $ 300.00, no tuvo objetivo sanitario sino
político: de no ser así, se hubiese enfocados en los mayores en riesgo o entre
quienes padecen enfermedades terminales. Nuestros registros públicos son muy
precisos para determinar la edad y quienes tienen enfermedades de riesgo:
diabetes, cáncer, insuficiencia renal etc., sin embargo, la ayuda se dio con
fines electorales; así se enfocaron en la gran empresa y, la clase media, para
hacer restrictivo el trabajo y, de igual forma se ha entorpecido el trabajo agrícola.
Tales hechos han creado una nueva realidad política
pues, el Presidente Bukele se ha enfocado en parar el dinamismo de la sociedad,
para “encausarla a sus fines”; por lo que, los partidos políticos actuales, han
perdido vigencia como oposición; muchos apoyan a Bukele, en sus objetivos
políticos: sea para conseguir un beneficio que les permita seguir usufructuando
sus cargos o, para que les financie sus campañas futuras. Otros, se le han
distanciado, pues temen que, si le apoyan, perderán el voto de sus seguidores o.
porque reconocen que el Orden Constitucional, les garantiza un mayor bienestar
sobre el que puede ofrecer el autoritarismo.
Esta nueva realidad política, da relevancia a los
gremios y entidades cívicas y, un papel más activo en la política, pues
encarnan la verdadera voluntad de la sociedad, aunque como tales, no puedan
alcanzar el poder, como lo hace un partido, pero pueden ser una nueva
plataforma electoral.
La sociedad está dividida: hay quienes creen aún en Bukele,
porque ven en él, un asistencialismo que les beneficia: como contraparte, están
quienes necesitan que el sistema les permita trabajar, acorde a sus
posibilidades y aspiraciones. A mayor dependencia o aceptación del Orden Constitucional
(sistema), mayor rechazo a Bukele y, mayor es su aceptación, a mayor rechazo al
sistema.
Las medidas de Bukele, cada vez más restrictivas, le tildan
como un tirano o autócrata, distanciándolo cada vez más, de la aceptación
internacional, pasando en un año del más “cool” a dictador. Esta situación
bloqueará de muchas maneras la economía y ayuda al país, pues toda tiene que
pasar por el Gobierno y, hasta ahora, ha impedido que haya una acogida
favorable a los Bonos soberanos nuestros.
Por esto, Bukele está sosteniendo dos frentes y,
dependerá de la capacidad del sistema para resistir a sus pretensiones, para
que la presión internacional, le haga ceder o, aceptar abiertamente, la ayuda
de países dictatoriales. Un peligro en ciernes es la emigración masiva.
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