Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La economía es fruto de la actividad humana, en la
búsqueda continua del bienestar material: no es ente separado o, antagónico del
ser humano. Por medio del distanciamiento social, desde el punto de vista
médico, se procura evitar el contagio, esto no ha sido efectivo, dada la
naturaleza social del hombre: la vida actual depende de la interrelación
humana. Nuestro Gobierno insiste en el cese de la actividad económica, a costa
del bienestar de la nación, provocando a corto plazo al retornar a la
normalidad, una emigración superior a la que se ha venido dando, pudiera llegar
a desestabilizar el área, al sumarse una emigración masiva, con intereses
geopolíticos, contrarios a Estados Unidos.
Rama de la economía, es
la economía de bienestar, relacionada con la política, que trata de medir
la eficiencia
económica y el bienestar social, analizando el bienestar general, en términos de las
actividades económicas, de las personas que conforman una sociedad. La actividad individual, a la par de sus actividades
económicas, es la unidad de medición: lo que genera el haber bienestar social,
o Bien Común, como lo señala la Constitución y, congruente con el Artículo 2 de
la misma.
Al cesar toda función
económica que, no sea enfocada a la producción dirigida, a criterio del
Gobierno y encaminada al combate de la pandemia, la economía adopta una forma
de “guerra”, enfocando los recursos del Estado, hacia tal fin, como lo señala von
Clausewitz, para la “preservación de la nación” y, lograr luego una
recuperación; por compensación de guerra, nuevos territorios, una posición
geopolítica más ventajosa o, de dominio comercial, pero nada de eso sucederá en
El Salvado: por el contrario, habrá destrucción económica y un retroceso a la
época del conflicto armado, aunado a la amenaza y efectos de una recesión
mundial.
La caída de los bonos
soberanos de El Salvador y, la imposibilidad para estructurar una nueva deuda,
es gracias a los conflictos creados por el Gobierno, lo cual pone al país, en
un riesgo mayor que el del resto de Centroamérica. La apertura gradual de la
economía, dejará, por último, a quienes están en el nivel más bajo del
estamento económico y, son quienes han sufrido la falta de actividad económica.
Las medidas dadas por el Gobierno, de no pagar ciertos servicios, alquileres y
suspensión de plazos procesales, son medidas populistas que realmente no son efectivas,
pues a la larga, éstos servicios tendrán que ser cancelados sin que se haya
generado, para pagarlos. Una moratoria o condonación por ley, además de ser
inconstitucional, generaría mayor caos económico.
La apertura gradual,
ofrecida por Nayib Bukele, es violatoria de la Constitución, pues es contraria
al Artículo 3, que asegura la igualdad en derechos y, no satisface
económicamente a la totalidad del tejido social pues, aunque se ofrezca dinero
o canastas de alimentas, hasta ahora, sólo se ha beneficiado al 28% de la población,
siendo entregadas, con fines electorales.
Luego de dos meses de
cuarentena, ya el 50% de empresas han quebrado y, esperar más tiempo, es evitar
la recuperación de las restantes pequeña y mediana empresa que subsisten aún,
esto generó ya un ingreso de cerca de 150,000 personas al sector informal, el
cual es insostenible si ya supera el 70%
de la actividad económica, pues en su mayoría son servicios, siendo potenciales
migrantes nuevos.
Todo indica que al
finalizar las restricciones, aumentará el número de personas que buscarán
emigrar, con “una esperanza de mejor vida o de bienestar” a otros países. La
esperanza siempre es el país de mayor prosperidad: Estados Unidos.
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