Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
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San Salvador, 31 de
octubre de 2014.
Dogma político es,
desde principio de los años sesenta que, si se ha sido Alcalde de San Salvador,
puede serse también fácilmente,
Presidente de la República y, esto es porque, en tres años continuos se
ha podido realizar una buena campaña electoral bajo la administración municipal;
esta es la lógica que están siguiendo hoy, tres candidatos a la Alcaldía de San
Salvador: Bukele, Salume y Zamora.
Incógnita es la razón
del sorpresivo ingreso de Salume a la contienda electoral y, precisamente,
cuando Bukele, aún antes de estar inscrito como candidato a la Alcaldía de San
Salvador, entra en contradicción con algunas posiciones del partido que lo
postula: el FMLN. No hay sorpresa alguna en cuanto a Zamora: se le ha considerado
persona de limpia trayectoria y criterio propio, aunque de gran ambición
política. Son irrelevantes los otros dos candidatos a la Alcaldía de San
Salvador, tanto por su personalidad como por las finanzas de sus partidos; al
decir de muchos, buscan más un empleo que la relevancia política y responden a
fuerzas políticas extrañas y no a propias.
Débese observar
primeramente que el ingreso de Salume como candidato a Alcalde de San Salvador,
se decide cuando ya han quedado en firme, los consejos plurales; circunstancia que le da gran posibilidad de ser, por lo
menos, uno de los concejales, cargo que sería su plataforma para construirse
una favorable imagen política, utilizando también para ello, las distintas
ONG´s que controla y que sería también muy favorable para su partido; poseería
para tal fin, muy oportunamente con la adecuada herramienta y con los fondos
suficientes.
Por otra parte, Bukele resístese
a sufrir el desgaste político del FMLN el cual, se deriva de la mala gestión
del actual Gobierno y que su crecimiento es sólo de entre los hijos de sus militantes, no logrando
adeptos dentro de la juventud (lo cual sí persigue Bukele) y en el cual además,
no se ve que la cúpula partidaria, tenga intención de renunciar a su posición
dominante, ni dentro del partido ni dentro de las diferentes entidades
gubernamentales.
De esta manera parece
que, tanto Bukele como Salume tienen ya, claramente perfilada, la estrategia
para su crecimiento electoral. Bukele quiere ganar a la juventud y,
particularmente, a las distintas fuerzas que manejan el capital; sus discursos
son populistas, de Izquierda para la Izquierda y de Derecha para la Derecha.
Salume por su parte, pretende recoger a todos los descontentos de ARENA, hasta
provocar el colapso de este partido. Su discurso para los grandes financieros
es de Derecha; más convenientemente matizado de un componente social
humanitario, muy oportuno para la Izquierda y el Centro.
Revela la estrategia de
Salume, su propuesta a Quijano para que se incorpore a su proyecto el cual,
hasta ahora parece haberle dado muy buen resultado, pues ha tenido además del
atractivo de los ingentes recursos invertidos en la fundación de su partido
(Democracia Salvadoreña, fundado después del fallido intento de comprar el
partido Demócrata Cristiano, lo que fue un primer desengaño político).
Por todo lo advertido,
parece que, después de las elecciones pudiérase saber de una traición al FMLN
por parte de Bukele si no consolida su poder dentro del FMLN, lo cual es muy difícil,
pues ya los sindicatos de Izquierda, advierten
en sus manifestaciones que Bukele es “el ahijado de la Derecha”, por lo que lo
rechazan tanto como miembro del FMLN y como candidato. Advertiríase también una
muy fuerte promoción personal de Salume, a quien por ahora, y dada su alianza
con Concertación Nacional en el Departamento de Sonsonate, le asegura el
Diputado necesario para la garantía de la
existencia de su partido, pues muy pocas posibilidades tienen de ser reelectos
los Diputados disidentes que se han sumado a su proyecto político. Pues Ochoa
Pérez muy cómodamente se ha plegado ya al FMLN, en el servicio exterior y por
otra parte, Claudia Ramírez, no cuenta con el apoyo necesario en su
departamento.
En realidad los
resultados de la campaña electoral, no dependen sólo de sus estrategias, por acertadas
que estas sean, sino del criterio del
votante y de su capacidad para visualizar los entretelones políticos y esto también
es más decisivo que lo presentado en los medios, pues éstos, al estilo del
mejor marketing, van destinados a potenciar al candidato que paga y, aunque sea
con falsedades y ambigüedades, en desmedro de sus oponentes.
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