Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 4 de
octubre de 2013.
A pocos días, fue
presentado el libro intitulado “Sueños y Lagrimas de un Guerrillero”. Trátase de
la autobiografía de Arquímedes Antonio Cañadas, alias Comandante Alejandro
Montenegro. Cuenta y describe, en lenguaje harto familiar, las que él, seguramente, considera heroicas hazañas de su
vida juvenil como militante del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, cuyo
jefe Joaquín Villalobos, alias Comandante “Atilio”.
El autor hizo por sí mismo, la
presentación de su obra literaria y narró cómo él y sus conmilitantes fueron
entrenados en Cuba, en técnicas de infiltración, por especialistas vietnamitas.
Estas técnicas tenían por objeto, poder destruir la flota aérea de la Base
Militar en el aeropuerto de Ilopango. Es de notar que al referirse a estos
hechos y otros similares, se expresaba el autor y disertante, con la confianza
de que su auditorio vería, en los que él juzgaba hechos heroicos de juventud, hazañas
dignas no sólo de elogio, sino de compasión y tal vez hasta de gratitud por el
ingente servicio que él hacía de su vida juvenil. No se refirió, al disertar, al
secuestro y asesinato de Roberto Poma (notable empresario salvadoreño) el
suceso, de dolorosísima recordación, lo cuenta con lujo de detalles en el texto
de su obra y, podría ser, este relato, prueba de delito gravísimo si no hubiese
ley de amnistía pues podría probarse la culpabilidad irrefutable del crimen.
Y, sin la vigencia de dicha ley,
sería muy peligroso saber que en convivio diplomático y de antiguos
guerrilleros y al calor de una segunda botella de vinillo tinto, contó, el
autor cómo él había dado muerte a Roberto Poma, por orden de la comandancia del
ERP, probando con sus propias palabras que dicha muerte no fue accidental como
lo plasma en su libro, por lo que alguien le reconvino advirtiéndole que tal
platica no era propia de una cena con el tipo de comensales que había, sobre
todo porque al expresarse con total desinhibición se ufanaba del hecho.
Esta obra, “Sueños y Lágrimas de
un Guerrillero” mantiene vivo el recuerdo del mal que hicieron a la sociedad
salvadoreña quienes, en su juventud, imbuidos de la doctrina “intrínsecamente
perversa del comunismo” se lanzaron a una lucha criminal y estéril: criminal
porque adjuraron de toda ley, de las terrenales y divinas. Y fue estéril por
que sólo produjo crímenes y sufrimientos; su único resultado positivo es que
hoy sus dirigentes o jefes, gocen de una vida arto regalada.
Son varios los guerrilleros que
han escrito libros relatando lo que para ellos son hazañas dignas de un Cid
Campeador, pero cuya lectura es muy triste para el ciudadano común que sabe así
de lo que es capaz el alma que envidia y odia; sin embargo, son, todos estos
libros muy útiles por que ayudan a comprender cuan herrada fue a una lucha que
condujo a miles de muertes inocentes, lo
cual queda probado, cuando la sociedad civil, no apoyo ninguna de sus
ofensivas.
La Ley de Amnistía ampara por
maléfica obsesión, cometieron crímenes sin otro resultado que el horror y el
sufrimiento de la población. Las víctimas de estos crimines de terrorismo son
los mártires que garantizan y tutelan que garantizan nuestro sistema democrático
y representativo de gobierno. Poco después de la última elección para Alcaldes
y Diputados, las organizaciones Cruzada Pro Paz y Trabajo y Águilas por la
Libertad, gestionaron con Diputados y Alcaldes, erigir un monumento en la zona
de la Basílica de Guadalupe. En dicho monumento se inscribirían los nombres de
las víctimas del terrorismo, desde el primero, Ernesto Regalado Dueñas (1971)
hasta el último caído de la Fuerza Armada ocurrida el 16 de enero de 1992. Para
reunir los nombres de las víctimas del terrorismo en El Salvador, se ofició una
misa en sufragio de las víctimas, oficiada en la iglesia de San José de la
Montaña. Varios Alcaldes y Diputados manifestaron que apoyarían el proyecto pero
su ofrecimiento fue pura cortesía, nada realidad. Consideramos que, en realidad
las victimas ya no cuentan como votantes y que los familiares prefieren llorar
en soledad su tragedia. Es sumamente doloroso recordar los crímenes cometidos
si de ellos se hace una apología, revictimiza a la víctima y a sus deudos.
Existe una generación de
victimarios que hoy se encuentran en el poder, unos por gracia del Ejecutivo y
otros por el voto directo de la ciudadanía; su compromiso fue aceptar el
sistema de gobierno establecido, desligándose de sus pasadas acciones, pero en
su fuero interno ven motivo de glorificar sus delictuosas acciones y de que la
sociedad califique de hechos heroicos que lo que ha necesitado de la Ley de
Amnistía. El hecho de que hoy se encuentren muchos de ellos en el ejercicio del
poder público, no implica que la sociedad acepta sus hechos pasados.
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