Publicación Acción

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domingo, 13 de octubre de 2013

PROBIDAD VERSUS CORRUPCIÓN


Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 13 de septiembre de 2013.

En los últimos meses, los comentarios sobre la corrupción, han sido noticias relevantes de los medios de comunicación: Verdaderamente escandalosas las noticias sobre los ardides en la CEL y en la construcción del Boulevard Diego de Holguín. Estas noticias, asas escandalosas,  descubren, en sus detalles, los manejos mañosos de los fondos públicos, pero los políticos, aprovechan estas noticias para manipular los hechos a su favor, dentro de un marco estrictamente electoral, sin importar si las personas señaladas son las verdaderas responsables de los hechos o si son sus aliados o enemigos políticos, para maximizar el hecho o minimizarlo, a conveniencia.

Nuestros políticos, durante esta actual campaña electoral, se acusan recíprocamente, de actos de corrupción. Lo hacen, con la esperanza o en la creencia, de que las entidades internacionales que ofrecen o prestan ayuda, exigen responsabilidades cuya práctica será de beneficio para el que recibe el préstamo,  pero no, para su rival. Pues esta manera de juzgar, ha llegado, en la actualidad, a ser herrada: es tan profunda la recesión mundial, amenaza ésta, de tal manera aún a las economías más fuertes como la de los Estados Unidos y la Unión Europea que los gobiernos se han puesto alerta contra la corrupción, en la cual ven un peligro para el desarrollo económico y para la libertad de los países beneficiados. Pues la corrupción no se limita a los fondos públicos, sino que extiende hacia las resoluciones judiciales, el poder del Estado frente a los particulares nacionales y extranjeros, el narcotráfico y la política cotidiana. En consecuencia, han desechado la tolerancia, exigen hoy, integridad en el manejo de los fondos públicos, de los propios y los prestados a otras naciones, dentro del presente mundo globalizado.

Esta exigencia de integridad, tiene por motivo que la recesión mundial y que hasta ya el Gobierno de los Estados Unidos está padeciendo, ha probado que el asistencialismo no ha producido los efectos provechosos esperados y, que la corrupción de los funcionarios “asistidos” y, en cierto modo “tolerados” por los países de cuya ayuda se goza, ya no es ni sostenible ni moralmente aceptable como política de Estado.

Se ha comprobado que los “préstamos” para el desarrollo, eran fácilmente y con frecuencia “diluidos” por la corrupción pública: salarios excesivos, contratos sobrevaluados, viáticos onerosos y etc., han tenido efectos contraproducentes: ya no son garantía de la estabilidad de un gobierno en este mundo de influencia multipolar.  La corrupción crea un “leviatán” que consume los recursos producidos por el esfuerzo del ciudadano común o por los préstamos de las reservas internacionales, destinadas para el desarrollo, es decir que deben emplearse para reactivar la economía nacional, favoreciendo de este modo el motor económico mundial.

Refiriéndonos exclusivamente al caso de los países latinoamericanos, es notorio cómo funcionarios públicos de estos países, sin excepción pobres, pretenden vivir en tal opulencia que parecen jeques petroleros, costeada tanto por el dinero nacional, cómo con el producto de préstamos y donaciones. Esta  escandalosa corrupción tanto en los ciudadanos como en los países prestatarios o “altruistas” el deseo de aplicar a los hechos de los funcionarios un criterio diferente: aunque tarde, les están aplicando al juzgarlos,  las normas morales y, tal vez no lo hacen porque se escandalicen del acto inmoral, sino por las consecuencias nefastas que tal conducta tienen en la opinión pública de sus países, si tales hechos salen a la luz pública con la complicidad de sus gobernantes. La corrupción no es recta de un solo sentido, como “plaga de Egipto”, se extiende abarcadora. Por ejemplo,  un Diputado se duele de la aprensión del Cartel de Texis, al que disculpa así “son personas pobres que necesitan traficar para solventar sus problemas económicos, pues son poquiteros que no le hacen daño a nadie”. Este juicio es juzgar los hechos a la luz del “relativismo” y, si el Estado, con el propósito de hacer subir los indicadores de la excelencia de su educación, baja la exigencia de una prueba intelectual (PAES) para que subiendo los indicadores de provecho educativo sea fácil justificar nuevos préstamos para inversión social, fraude es para las entidades internacionales y pésimo ejemplo para los estudiantes.

La corrupción de los funcionarios públicos es también, como las plagas de Egipto, abarca los actos de su vida pública y privada, pero a esta última no nos referiremos porque sale a luz de varias maneras, algunas veces como delitos ante la justicia y otros como pecados ante la moral y Dios.

Durante la actual campaña electoral, nuestros políticos se acusan unos a otros y, lo hacen en la creencia, de que las entidades internacionales, cuando les exigen condiciones específicas a cambio de su ayuda, lo hacen con un fin político que beneficiaría a ambos y que irá en perjuicio de su rival. La realidad es que los países altruistas han visto por fin, en la corrupción, un serio peligro para el desarrollo económico, que afecta todos los demás campos de la vida. Han concluido que la actual crisis económica se resolvería con la excelencia de una vida auténticamente moral y con la libertad que sólo la ley limita.

Ha sido interesante ver cómo este proceso se ha iniciado con la exigencia una plena trasparencia de los manejos, primero de las empresas que necesitan de fondeos para su operatividad (reglas de la NIF-PYME) y cómo se ha ido extendiendo hacia la pítica y los países que necesitan de fondos internacionales para su existencia.


Para evitar el rebalse de la corrupción a niveles ya incontenibles, es necesario que haya deducción de responsabilidad por las funciones desempeñadas. Los políticos acusados trataran de culpar a otros funcionarios, sus oponentes más débiles, pero si la justicia actúa como corresponde, y al parecer así será pues ya no depende de las instancias y política nacional,  es de esperar, que quienes se creen hoy impunes, y protegidos por su posición política, sean mañana procesados, junto a sus hoy enemigos políticos. Ya no basta el ocultamiento de documentos, la compra de solvencias o negar los cargos imputados ante la opinión pública. La supervivencia de nuestro actual modelo económico liberal, al amparo de nuestro régimen de gobierno: republicano, democrático y representativo, hará vivir la justicia para que definitivamente, se extirpe la corrupción de funcionarios y de políticos.

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