Por
Lic. Fernán
Camilo Álvarez Consuegra
San Salvador, 19
de febrero de 2014.
En Altsasu,
Euscal Herría, España, el 25 de enero del corriente año y, en un solemne acto
oficial se funden el Estado de El Salvador y su Gobierno con el partido FMLN
para rendir homenaje a tres etarras muertos en El Salvador, durante el pasado
conflicto armado y también, a un terrorista recién salido de la cárcel, por
peculiares situaciones jurídicas, en un “acto político” que tiene mucha
relevancia en los lineamientos que hoy
dan Cancillería salvadoreña y posiblemente llegue a afectar, la seguridad europea, frente a las distintas
amenazas terroristas que asolan a occidente.
Iñaki Gonzalo
Casal (Kixu), español condenado a prisión,
por actos de terrorismo contra sus propios connacionales, inspirado para
su acción, en el separatismo vasco y las ideas de la Teología de la Liberación,
y la insurgencia centroamericana, se abrazan, en un fraternal gesto, con el Capitán
Mauricio Mena Sandoval, traidor a su patria, terrorista y asesino directo de su
subalterno, cuando éste se dio cuenta de
la traición ejecutada en la 2 Brigada de Infantería, en Santa Ana, El Salvador,
en 1981.
No es nueva la
relación del FMLN con ETA y con otros grupos terroristas similares, pues desde
hace ya muchos años, el Capitán Mena Sandoval actuaba en Europa, como embajador
del FMLN (no del Gobierno). Hoy, es Cónsul en Barcelona y este cargo actual, lo
utiliza como un medio para promocionar el terrorismo. La Cancillería
salvadoreña ha cambiado mucho en este último Gobierno: ha substituido a los
diplomáticos de carrera, por diplomáticos políticos; ha vuelto, la diplomacia
el refugio de funcionarios non gratos o de individuos de presencia política
incomoda, como lo son el General José Atilio Benítez Parada, actual embajador
en España y Gregorio Sánchez Trejo (con
cargo, públicamente aún no asignado), pues ambos fueron descalificados como
funcionarios públicos, luego de controversias constitucionales sobre la
legitimidad de su cargo, resueltas por la Sala de lo Constitucional, por
diferentes causas, pero siempre motivadas políticamente.
Años después de
los Acuerdos de Paz de 1992, estalla el “Buzón” de Santa Rosa, en Nicaragua, en
el cual se guardaba una parte del
armamento que poseía o posee en el exterior, el FMLN, y el cual estaba a cargo
de un miembro de ETA. También es verdad que en los últimos años, se ha
permitido el acceso a El Salvador, a
muchos líderes religiosos islámicos, que
han ingresado a América por Venezuela, y que luego en su paso hacia México, en
donde existe la mayor concentración de musulmanes en América Latina, han
quedado dispersos en Nicaragua y El Salvador. Los musulmanes, no separan la Iglesia
del Estado, siendo su principal objetivo, su proselitismo fundamentalista
(estricto apego a las leyes del Corán y a sus Imanes), por esta razón, crean
una red favorable al terrorismo, y más aún sobre todo en países que como El
Salvador, que favorecen en estos
momentos, la esa práctica del terrorismo como medio de lucha política.
El
reconocimiento a etarras por su acción en la lucha revolucionaria en El
Salvador, es una afrenta a El Salvador, pues si perecieron, fue en la lucha
justa que esta nación libraba contra el terrorismo internacional. Por otra
parte, es también una afrenta para el
pueblo español, víctima del terrorismo separatista, y lo cual no es propio ni
debido de una representación diplomática extranjera, en suelo español, de una
larga y fraternal relación.
Pero más allá de
las meras consideraciones políticas y formales de esos actos, hay que considerar
lo que no sale a luz pública y que, verdaderamente pone en riesgo la seguridad
de un Estado y las vidas de sus ciudadanos, las oscuras relaciones cuyos fines
se vislumbran sin poder precisar el momento que juzguen oportuno para su
realización y que el único resultado posible es la pérdida de vidas inocentes.
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