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lunes, 26 de mayo de 2014

LA VIOLENCIA Y LA POLÍTICA GUBERNAMENTAL


Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 26 de mayo de 2014.

En un solo día, ha habido treinta y una personas asesinadas y un elevado número de lesionados en diferentes hechos violentos, lo cual es reflejo de la incapacidad del Gobierno para solucionar el gravísimo problema de la delincuencia. Al iniciar su Gobierno, el Presidente Salvador Sánchez Cerén y sus funcionarios deben probar tener voluntad política para resolver el problema de la inseguridad social para luego pasar a resolver los problemas técnicos. Por de pronto, en nuestro país está haciéndose lo contrario y lo que es más alarmante es  que se advierte en la política, cierta tendencia contraria a los fines naturales del Estado y a las conveniencias políticas de El Salvador.

Tanto las declaraciones del Diputado Benito Lara –futuro Ministro Justicia y de Seguridad Pública – como las últimas del actual Presidente Mauricio Funes sobre el problema de la delincuencia, han sido tan contradictorias que con propiedad se califican de cantinflescas: afirman que darán continuidad a las negociaciones con las pandillas y, a continuación, se niegan los acuerdos pactados, afirmándose que no se permitirá que haya grupos de exterminio de pandillas ni que la seguridad la asuman manos privadas, aunque el Estado demuestra su incapacidad para garantizar la seguridad ciudadana. Sus discursos sugieren que la violencia es motivada por grupos de Derecha o, afectos a ésta, con el fin de crear inseguridad y desprestigiar al gobierno del FMLN.

Todo el proceso criminal: detener un bus – pinchando una llanta – hacer subir a los sicarios lejos de la terminal, vestir a estos con las camisas de llamativo color naranja del FOVIAL (conforme a nota periodista) para que fuera señal de campo y de evitar el accidente de fuego amigo e infiltrar a una vendedora para la identificación de objetivos, prueba cierto grado de capacidad operativa, típico del crimen organizado y sobre todo,  porque sus víctimas fueron custodios penitenciarios y un policía y las otras personas sin relación con la seguridad pública y que fueron un daño colateral en el intento de encubrimiento del crimen.

La incapacidad para aplicar la inteligencia policial es notoria, inexplicable y peligrosa, como también lo es, la negligencia de las autoridades para desarrollarla en los últimos cinco años. Pero sí es evidente el interés del Gobierno por negociar y consolidar a las pandillas, usándolas luego en su beneficio electoralmente. Es oportuno recordar que en el campo de la clandestinidad y del financiamiento de operaciones insurgentes ha sido, el tráfico de drogas, práctica usual así, este es hoy como un remanente del conflicto colombiano en relación con sus antiguas relaciones clandestinas en El Salvador, existe cierto grado de tolerancia, por parte de las altas autoridades del FMLN con estos grupos, sobre todo si tomamos como referencia la política cubana de los años 80 y 90, de prestar su territorio para el trasiego de drogas, teniendo con ello un beneficio doble: financiamiento para los altos jerarcas de la isla y para crear conflictos sociales en los Estados Unidos.

La cuestión es que la tolerancia del Gobierno ha dado motivo para la aparición de un leviatán del crimen organizado; ya, de pandillas o ya, del narcotráfico. Pues lo que antes se hacía en la clandestinidad ahora se hace a la luz del día y el ciudadano pacífico ya ve con naturalidad la presencia del pandillero que domina en “su territorio” y contempla indiferente el tráfico de droga que utiliza los mismos caminos y personas que antes sirvieron de línea de abastecimiento militar del FMLN.

El Presidente Funes insinúa que los numerosos homicidios se comenten con el fin político de que su Gobierno quede mal: esto no es verdad. La existencia de grupos armados  delincuenciales, sólo existe y puede ser sostenida, por negocios clandestinos como la defensa de los territorios “rentados” , de las vías de transporte de drogas o de trafico de personas, que son el negocio del crimen organizado, que existe en El Salvador.

Para desviar la atención del público ha sido insistente la denuncia de que existen Escuadrones de la Muerte pero hasta el momento, no se ha podido probar que tales organizaciones existan, es decir, organizaciones que hayan tomado por su cuenta y riesgo el castigo de los delincuentes. Ha habido personas que reaccionando en defensa propia, dispararon contra los pandilleros asaltantes y no podemos decir que esas acciones, enmarcadas dentro de la ley, en relación a la legítima defensa, son Escuadrones de la Muerte.

Si la intención de acabar con la delincuencia fuese real y sincera, de parte del Gobierno, la primera medida sería aislar a los pandilleros, a sus cabecillas, separación absoluta. Para saber quiénes son, basta leer sus nombres son basta con leer sus nombres inscritos en la carta presentada personalmente al Secretario General de la OEA; aislar también a sus segundos en mando y a toda la cadena de mando,  que está en la cárcel. Sin embargo esto no se hace porque  se argumentaría que el aislamiento “lesionaría sus derechos humanos”, a la  obligación de la reeducación y, luego se abriría el debate entre sus defensores, de que toda medida que lesione a sus protegidos es ilegal y un abuso del Estado. Así, toda posibilidad para la solución del problema queda fuera de consideración. Las órdenes de captura quedan sin efecto por que se carece del personal suficiente.

Es inconcebible, a la luz de las doctrinas policial y militar que, se dé  orden de repeler y perseguir bajo fuego a quienes abran fuego, contra agentes policiales y militares, en el terreno, sin que éstos luego, sean juzgados por uso “excesivo de la fuerza”, tomando en cuenta que están facultados para “repeler el ataque, en la medida en que éste, ponga en riesgo su vida, según los principios de la proporcionalidad de la legítima defensa en relación con el ataque”. Mientras esto no cambie esta situación, se continuarán dando ataques a agentes policiales y militares

Los pocos miembros de la inteligencia policial conocen los nombres y las señas de los delincuentes que controlan los “territorios más lucrativos”, mercados y zonas comerciales, pero como no tienen orden de captura administrativa ni judicial, no pueden capturarlos y, para obtenerla, es necesario que el particular presente la denuncia y, si éste lo hace, se le avisa que no se puede hacer nada sino hasta que pague la extorción o sufra el secuestro. De tal manera que este otro medio de combate a la delincuencia débese también dejar de lado por inútil. Declarar a la Mara Salvatrucha, a las Maras dieciocho o a la Mara Maquina como entidades delictivas y perseguibles, es imposible, pues alegarían sus defensores que se está violando la “libertad de asociación”, establecida en la Constitución política, además de violar los principios de la individualidad en la responsabilidad penal.


Esta situación favorece en cierta medida al Gobierno del FMLN, pues le permite justificar sus acciones, por la “exclusión social”, la cual se eliminaría con la transformación social de El Salvador, hacia el Socialismo. Por otra parte, mientras estas organizaciones tengan relación con otros países y sean un peligro para ellos, es de esperar ciertas cooperaciones con el Gobierno de El Salvador.

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