Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 4 de junio de 2014.
En El Salvador – y en
toda Centroamérica – se presenta, en la política, una relación
partido-funcionario-cargo público, en la cual el funcionario público se
constituye en el núcleo político, girando en su derredor el tejido social
partidario, esto, en contradicción a la teoría política de que el partido es
sólo el medio para alcanzar el poder, pues en la práctica, es éste funcionario
quien pretende dirigir la actividad del partido. Sin embargo, ya se sea
Gobierno o ya se sea oposición, esta relación va cambiando en favor del funcionario,
favorecido por su relación directa con el tejido social el cual llena un
espacio que no puede cubrir la propaganda generalizada en la campaña por “aire”.
Esta relación
partido-funcionarios, puede presentar pequeñas variantes: de partido a partido
o, si es Gobierno u oposición, siempre
con un balance en favor de quien controle la estructura partidaria y tenga,
relación directa, con sus simpatizantes; de este modo, se establece, en
derredor del núcleo, una relación de tres estratos: primera, la externa, personas
que han manifestado su preferencia por el funcionario público pero cuyo voto no
es fijo y, puede cambiar en otras elecciones similares – a esto se le llama el
voto indeciso -; la segunda variante, la constituyen los simpatizantes de la
ideología o de las posiciones políticas generales del partido y, la tercera es
la establecida por la estructura partidaria que depende, tanto del mando
nacional del partido, como de las relaciones creadas por el funcionario
público, a lo largo de su carrera dentro del partido. De hecho se conforma un
todo, en derredor del núcleo de los liderazgos locales que los funcionarios
electos constituyen: Diputados, Alcaldes y Concejos Municipales.
Cuando la fuerza que
ejerce el partido por medio de su dirección nacional, se impone sobre los núcleos
locales o, viceversa estos al partido, se crea un desbalance o desequilibrio
que aísla es núcleo del partido de la urdimbre social, resta aceptación
electoral a dicho partido y esto, aún cuando haya habido aceptación masiva en
derredor de la candidatura presidencial, pues se crea un interés común que
presiona, para lograr la unificación; no obstante, todo vuelve a su balance
natural, frente a las elecciones locales.
Por presión desde la
cúpula el FMLN ha sufrido el fenómeno aquí descrito y, debido a esta presión
desde las altas esferas partidarias, ha excluido ingente número de seguidores y
para substituirlas ha creado estructuras nuevas. Sirva de ejemplo, la exclusión
de antiguos combatientes y creando nuevos cuadros que, aunque no combatieron sí
se atribuyen calidad de “combatientes” y gozan, por lo tanto de los beneficios
correspondientes: tierras del ISTA y prebendas del ALBA. Se advierte también
que, sindicatos de trabajadores que fueron núcleo urbano del FMLN en las
diferentes ciudades, hoy han sido excluidos, no sólo del partido sino también,
de las luchas laborales.
Finalmente, el FMLN ha
sufrido una contracción quedando únicamente lo que fueron las FPL y aquellos
que se plegaron a estos mandos. Quedó esto evidenciado en las pasadas
elecciones de Diputados y Alcaldes y, con las personas que ahora han
complementado el Gobierno de Sánchez Cerén. No obstante, el FMLN como partido
de Gobierno y en el Gobierno puede superar sin mayor dificultad esta situación, aprovechando la estructura
estatal, como lo hizo evidente en las elecciones presidenciales últimas; sin
embargo, por mucho que ha hecho, no ha logrado tener como partido la solidez de
que gozó en el pasado.
El caso de ARENA
parecería ser muy similar al del FMLN, por un balance de poder centrado en los
funcionarios electos y, lo cual, se debe a dos causas: la primera es en cuanto
a la consideración política de los Diputados que obedecen a lo que ellos creen es
la opinión pública, frente a las necesidades o realidades nacionales y, la
segunda es que el partido en oposición,
no puede ofrecer ayuda laboral o asistencia social como sí es posible
cuando se es Gobierno en funciones. La tránsfuga de Diputados y Alcaldes ha
contribuido en mucho a esta situación.
El fenómeno antes
descrito, es aplicable a los otros partidos, los pequeños, como el PES, PCN y
GANA; en la preferencia ideológica, el votante no pierde su criterio político
pero sí la fe en el partido, en su dirigencia y en los funcionarios que lo
representan, estableciéndose así, un divorcio entre el votante y el núcleo o la
dirigencia del partido, según fuere el caso. Para remediar este fenómeno, sólo
hay dos opciones: el populismo - para contrarrestar la abstención- pero esto,
con daño de la Democracia, segundo, se
da la inclusión de grupos no partidarios, pero de igual ideología, para
fortalecer este tejido social, aunque el costo sea una pequeña cuota de poder
dentro del partido, sin embargo, esta inclusión es lo más improbable, pues
tanto la dirigencia como los funcionarios electos, consideran como “feudos”
propios el poder político y no una realidad cambiante.
Las dirigencias y los
funcionarios electos podrían creer que con su triunfo personal todo estará
bien, pues actuará dicho funcionario de conformidad a sus deseos, pero no
resulta así: débese advertir que el contexto de un partido es “nacional” y así,
la oposición a sufrir es de la misma naturaleza y dependerá de la cohesión y
fuerza nacional que tenga el partido y no de sus locales. Para mejor comprensión
de este proceso conviene estudiar los fenómenos electorales europeos recientes,
pues aunque su contexto difiere del de Centroamérica, particularmente de El
Salvador, siempre son un referente en
cuanto a las corrientes que imperarán en el futuro; la historia nos enseña que
se inician en Europa y terminan en Latinoamérica.
Si seguimos esta
lógica, nos espera, luego de un mayor abstencionismo, la aceptación de cualquier
persona con un liderazgo vertical, que
ordene lo que haya que hacer para solventar los problemas nacionales o, en su
defecto, el ciudadano descontento, dará el voto por partidos minoritarios y
radicales, en castigo a los grandes y en la esperanza de que, en la radicalidad
de éstos partidos pequeños, se puedan cumplir las ofertas de campaña.
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