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miércoles, 4 de junio de 2014

EL FENÓMENO DE LA CONTRACCIÓN DEL NÚCLEO POLÍTICO


Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 4  de junio de 2014.

En El Salvador – y en toda Centroamérica – se presenta, en la política, una relación partido-funcionario-cargo público, en la cual el funcionario público se constituye en el núcleo político, girando en su derredor el tejido social partidario, esto, en contradicción a la teoría política de que el partido es sólo el medio para alcanzar el poder, pues en la práctica, es éste funcionario quien pretende dirigir la actividad del partido. Sin embargo, ya se sea Gobierno o ya se sea oposición, esta relación va cambiando en favor del funcionario, favorecido por su relación directa con el tejido social el cual llena un espacio que no puede cubrir la propaganda generalizada en la campaña por “aire”.

Esta relación partido-funcionarios, puede presentar pequeñas variantes: de partido a partido o, si es Gobierno u oposición,  siempre con un balance en favor de quien controle la estructura partidaria y tenga, relación directa, con sus simpatizantes; de este modo, se establece, en derredor del núcleo, una relación de tres estratos: primera, la externa, personas que han manifestado su preferencia por el funcionario público pero cuyo voto no es fijo y, puede cambiar en otras elecciones similares – a esto se le llama el voto indeciso -; la segunda variante, la constituyen los simpatizantes de la ideología o de las posiciones políticas generales del partido y, la tercera es la establecida por la estructura partidaria que depende, tanto del mando nacional del partido, como de las relaciones creadas por el funcionario público, a lo largo de su carrera dentro del partido. De hecho se conforma un todo, en derredor del núcleo de los liderazgos locales que los funcionarios electos constituyen: Diputados, Alcaldes y Concejos Municipales.

Cuando la fuerza que ejerce el partido por medio de su dirección nacional, se impone sobre los núcleos locales o, viceversa estos al partido, se crea un desbalance o desequilibrio que aísla es núcleo del partido de la urdimbre social, resta aceptación electoral a dicho partido y esto, aún cuando haya habido aceptación masiva en derredor de la candidatura presidencial, pues se crea un interés común que presiona, para lograr la unificación; no obstante, todo vuelve a su balance natural, frente a las elecciones locales.

Por presión desde la cúpula el FMLN ha sufrido el fenómeno aquí descrito y, debido a esta presión desde las altas esferas partidarias, ha excluido ingente número de seguidores y para substituirlas ha creado estructuras nuevas. Sirva de ejemplo, la exclusión de antiguos combatientes y creando nuevos cuadros que, aunque no combatieron sí se atribuyen calidad de “combatientes” y gozan, por lo tanto de los beneficios correspondientes: tierras del ISTA y prebendas del ALBA. Se advierte también que, sindicatos de trabajadores que fueron núcleo urbano del FMLN en las diferentes ciudades, hoy han sido excluidos, no sólo del partido sino también, de las luchas laborales.

Finalmente, el FMLN ha sufrido una contracción quedando únicamente lo que fueron las FPL y aquellos que se plegaron a estos mandos. Quedó esto evidenciado en las pasadas elecciones de Diputados y Alcaldes y, con las personas que ahora han complementado el Gobierno de Sánchez Cerén. No obstante, el FMLN como partido de Gobierno y en el Gobierno puede superar sin mayor dificultad  esta situación, aprovechando la estructura estatal, como lo hizo evidente en las elecciones presidenciales últimas; sin embargo, por mucho que ha hecho, no ha logrado tener como partido la solidez de que gozó en el pasado.

El caso de ARENA parecería ser muy similar al del FMLN,  por un balance de poder centrado en los funcionarios electos y, lo cual, se debe a dos causas: la primera es en cuanto a la consideración política de los Diputados que obedecen a lo que ellos creen es la opinión pública, frente a las necesidades o realidades nacionales y, la segunda es que el partido en oposición,  no puede ofrecer ayuda laboral o asistencia social como sí es posible cuando se es Gobierno en funciones. La tránsfuga de Diputados y Alcaldes ha contribuido en mucho a esta situación.

El fenómeno antes descrito, es aplicable a los otros partidos, los pequeños, como el PES, PCN y GANA; en la preferencia ideológica, el votante no pierde su criterio político pero sí la fe en el partido, en su dirigencia y en los funcionarios que lo representan, estableciéndose así, un divorcio entre el votante y el núcleo o la dirigencia del partido, según fuere el caso. Para remediar este fenómeno, sólo hay dos opciones: el populismo - para contrarrestar la abstención- pero esto, con daño de la Democracia, segundo,  se da la inclusión de grupos no partidarios, pero de igual ideología, para fortalecer este tejido social, aunque el costo sea una pequeña cuota de poder dentro del partido, sin embargo, esta inclusión es lo más improbable, pues tanto la dirigencia como los funcionarios electos, consideran como “feudos” propios el poder político y no una realidad cambiante.

Las dirigencias y los funcionarios electos podrían creer que con su triunfo personal todo estará bien, pues actuará dicho funcionario de conformidad a sus deseos, pero no resulta así: débese advertir que el contexto de un partido es “nacional” y así, la oposición a sufrir es de la misma naturaleza y dependerá de la cohesión y fuerza nacional que tenga el partido y no de sus locales. Para mejor comprensión de este proceso conviene estudiar los fenómenos electorales europeos recientes, pues aunque su contexto difiere del de Centroamérica, particularmente de El Salvador,  siempre son un referente en cuanto a las corrientes que imperarán en el futuro; la historia nos enseña que se inician en Europa y terminan en Latinoamérica.


Si seguimos esta lógica, nos espera, luego de un mayor abstencionismo, la aceptación de cualquier persona con un liderazgo  vertical, que ordene lo que haya que hacer para solventar los problemas nacionales o, en su defecto, el ciudadano descontento, dará el voto por partidos minoritarios y radicales, en castigo a los grandes y en la esperanza de que, en la radicalidad de éstos partidos pequeños, se puedan cumplir las ofertas de campaña.

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