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martes, 7 de enero de 2020

EL PELIGRO DEL POPULISMO



Por      
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra


El populismo es fenómeno social muy extenso:  abarca diferentes planos de la actividad humana, causando variedad de daños, los que, sirven para el encubrimiento de la corrupción y facilitan el crimen organizado y el terrorismo.

Abarca este fenómeno, tres planos diferentes; primero, concerniente al del ciudadano, segundo, al de quien realiza el populismo y tercero, los efectos económicos, tanto de los directos del populismo, como de su lucro cesante, que es el costo del desarrollo de un país.

Sufre el ciudadano en su voluntad soberana, los tres vicios del consentimiento: error, fuerza y dolo. Al darle falsa información, para que responda de determinada forma, está manipulándose la realidad, sobre la que tomará decisiones soberanas erróneas, o encausadas. Cuando intencionalmente, se manipula esa información, crease colectiva fuerza moral, que induce a determinadas reacciones, por lo que sí, hay fuerza, ya que el individuo se ve forzado a la presión social, creada artificialmente. La intención de manipular la pública opinión, para obtener el consentimiento soberano, constituye el dolo, es decir, la intención manifiesta de crear un engaño.

Obtener la aprobación del soberano mediante engaños, es el objetivo del populismo; la razón del Gobierno para la ejecución del Bien Común, pasa a un segundo plano: generalmente las decisiones populistas causan un daño directo, no benefician a la sociedad. Cambian el concepto de “función social”, el cual supedita el interés particular, al bien social. El objetivo del populismo, es el ejercicio del poder hegemónico. Por lo que supedita el interés particular al hegemónico del populismo, sin importarle a éste, el perjuicio sobre el particular, en aras del poder del Gobierno.

A este daño particular, que puede cuantificarse como daño emergente,  se suma el costo social de medidas no tomadas oportunamente o necesarias, lo que se convierte en daño emergente para la sociedad, el cual puede  medir por el desarrollo no alcanzado.

El populismo, al debilitar el funcionamiento de las instituciones públicas, causa el mal funcionamiento de las mismas, impidiendo que se pueda investigar convenientemente la corrupción y que, los controles hacia el crimen organizado, sean más débiles, favoreciendo con ello, la penetración del terrorismo, pues dado su clandestinaje, busca toda organización que esté fuera de la ley y que le garantice secretismo, para poder operar, dándose el asocio del crimen organizado con el terrorismo.

El populismo crea el poder del dinero, pues no hay ningún particular que pueda igualar el poder financiero del Gobierno y su capacidad coercitiva: este, además de nutrirse de los impuestos, de tener la capacidad de endeudarse externamente y de tomar los ahorros de los trabajadores, utiliza esos recursos, para su propio beneficio, la consolidación de su poder hegemónico (capacidad de influencia), pues al cambiar el bien común, por su bienestar y, utilizar los recursos del Estado, para la consolidación de su poder, hace suyos todos los recursos,  que le es permitido sólo por la debilidad de sus instituciones y controles públicos.

El populismo es comparable como el VIH (SIDA), el cual no es mortal por sí mismo, sino que permite que todos los virus que atacan el organismo, no puedan ser combatidas por éste, hasta que el organismo, entra en un colapso general y fallece por una causa que normalmente se trataría con una aspirina.

El populismo causa la pérdida de la capacidad de reacción de un Estado, porque su sistema es manipulado desde su origen: la voluntad soberana, utilizando para ello, la tecnología y las fuerzas naturales que existen en la sociedad. Esto convierte al populismo en el peor enemigo de la vida en sociedad.

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