Por
Lic.
Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La
noche del 21/noviembre/2013, estallaron las protestas, en favor del europeísmo
y nacionalismo ucraniano; terminaron con el derrocamiento de Viktor Yanukovich,
presidente ucraniano, pro ruso. Dichos
acontecimientos, dieron paso a la anexión de Crimea y el Dombás, a Rusia, como
la consecuencia de su idea imperial, fundada en el concepto del “área pan
euroasiático”, para un mundo realmente multipolar, según concepción geopolítica del “neo euroasianismo”.
La
anexión por la fuerza, de Crimea y el Dombás en el 2014, fue una repetición de
la invasión a Hungría en 1956, como respuesta al “Otoño Húngaro”, que sostenía
ideales europeos, rechazando las pro soviéticas de su Gobierno. El alcance
limitado de la operación rusa el 2014, fue para ver la reacción de Occidente,
frente a sus pretensiones. En ese momento, Francia y Alemania, favorecieron la
estabilidad del Mar Negro, a costa de territorio ucraniano, en repetición de la
anexión de los Sudetes por Hitler en 1938.
La
invasión rusa de 2022, demostró a Occidente a) la debilidad actual de las
fuerzas militares rusas, b) la capacidad de resistencia del ejercito ucraniano,
a diferencia del 2014, c) el triunfo o pérdida del conflicto, será definido por
la capacidad de ser sostenido. Rusia contaba 1) la indiferencia Occidental, por
su necesidad de energía y en no querer entrar a un conflicto armado, 2) la
utilización de la contracción económica ante la escasez de suministros, como
factor político de presión, en aplicación del principio “del frente unido” (la
utilización consecutiva de acciones militares, con acciones políticas, para
lograr los fines planteados), 3) que la corrupción y desorganización ucraniana,
no permitiese la resistencia.
La
invasión rusa, ha creado en Europa, conciencia, de la existencia de un enemigo
común y que es sólo cuestión de tiempo, para que Rusia se expanda al Norte de
Europa. También se ha visto que Rusia, por necesidades geoestratégicas, está
penetrando en el Sahel, amenazando la zona euro-africana, descrita por el neo
euroasianismo. China ha centrado sus aspiraciones en la zona transahariana, en
una nueva ruta de la seda, que le permita la extracción de bienes africanos. De
igual manera, Rusia, estrecha sus relaciones con Cuba y, ancla sus barcos de
guerra en Nicaragua, al igual que en Venezuela.
Por
esta razón, los países europeos, ven en Rusia una amenaza directa a su
existencia. Si antes era imposible considerar que Ucrania ingresase a la Unión
Europea y, mucho menos, a la OTAN, por las condiciones que éstos exigen y, que
Rusia ignoró y utilizó como pretexto para la invasión, ahora el compromiso de
Bélgica con Ucrania, para que ésta ingrese a la UE y OTAN, puede ser el inicio
de una nueva consolidación Europea y, un distanciamiento definitivo con Rusia,
por lo que se puede afirmar: Tercera Guerra Mundial, conceptualmente, ya está
planteada y sus inicios, son la nueva guerra fría, que se está viviendo.
Centroamérica,
concebida por el neo euroasianismo, como el “gran espacio centro americano”, se
encuentra en disputa geopolítica, por su importancia geoestratégica, pues es la
conexión Atlántico-Pacífico, dentro de la “zona anglo americana”: sin
proponérnoslo, nos encontramos indirectamente, dentro de dicho conflicto y teniendo
nuestro Gobierno, tratos secretos con China y Rusia, cuyo alcance se desconoce,
nos encontramos directamente, en dicho conflicto.
La
posición diplomática salvadoreña, ha sido no condenar a Rusia, ni dar nuestro
apoyo a Ucrania, lo cual nos sitúa en favor de Rusia y China. La autocracia de
nuestro Gobierno, nos acerca más a dichos regímenes, en cuanto nos aleja de los
valores Occidentales, siendo que la población ha emigrado a países Occidentales,
no a Rusia y China.