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domingo, 22 de marzo de 2020

EFECTOS DE LAS MEDIDAS ECONÓMICAS



Por      
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION

Las medidas económicas impuestas por el gobierno, represivas de la libertad, afectan peligrosamente a los particulares, quienes deben seguir pagando los impuestos y, dicha obligación, sumada a las restricciones de movilidad, contratación, asociación, expresión y suspensión del proceso electoral, implica un cambio en el sistema político, económico y social, de insospechados, peligrosos efectos

La Humanidad enfrentó la peste negra (1347 a 1353), que mató a 25 millones de personas (1/3 de la población), al cocoliste en México (1576) y otras pandemias en Latinoamérica (siglo XVIII), que mato a la mayoría de la población indígena y, la gripe española (1918 a 1920), que mató entre 30 a 40 millones, por lo que no es de extrañar la presente pandemia. La actual peste, conlleva el mismo peligro que las históricas, pero con tres diferencias: la primera, la concepción sobre la persona humana, segundo, la interdependencia global y local y, tercero, los avances tecnológicos modernos.

Las pandemias históricas, se consideraron producto de la naturaleza o, de la voluntad de Dios. Por el presente avance tecnológico, se conoce la enfermedad de modo científico y se busca su curación, por medios humanos y tecnológicos; lo cual, afecta la interdependencia global y local, poniendo en peligro la existencia de la comunidad global, que se relaciona por medio del mercantilismo.

Las medidas económicas, tomadas por el Gobierno en esta situación, han descargado la responsabilidad sobre los particulares, afirmando que el Estado, no puede asumirla por sí solo: considera que su prioridad, es la preservación de cada vida humana, por sobre la generalidad social, ha sido razón que obligue con disposiciones  formales de restricción deambulatorio, económica y, de contratación: cuyos efectos serán confiscatorios o de reparto de la riqueza (quita al que legalmente posee, para darlo al que supone, lo necesita)

El obligar a pagar salarios, congelar alquileres, equivale a un subsidio dado por el Estado, pero a costa de los particulares. Tomar fondos del Seguro Social o de las AFP, equivale a redistribuir la riqueza.

Estados Unidos, Italia y España, son economías fuertes, que han sido golpeados por la pandemia, pero no han parado sus economías, su producción está funcionando en modo de guerra (aplicando principios de Carl von Clausewitz) para combatir la pandemia, aunque han detenido la de servicios. Esta es la razón por la que, en las pandemias antes mencionadas, hubo una recuperación pronta y mantuvieronse las rutas de comercio.

En la actualidad, el problema es que están amenazando quebrarse esas rutas, tanto global como localmente, afectando particularmente, a sociedades basadas en el servicio y   consumo del exterior. Nuestro equilibrio económico actual, es debido a las remesas provenientes de los Estados Unidos, pero si hay recesión en ese país y nuestra mano de obra, está en los sectores deprimidos, las remesas tendrán que disminuir.

La oferta de ayuda a 1.5 millones de salvadoreños que no poseen un salario, podría ser un alivio, pero el congelamiento de alquileres, traslada ese costo hacia la clase media, que es la que, desde su formalidad, es base de la banca y, los que generan el empleo formal. Las grandes empresas transnacionales, que son dueñas de la telefonía electricidad y banca, tendrán que soportar un peso económico muy grande que puede provocarles iliquidez, afectando el mantenimiento de los servicios que prestan y, corren el riesgo de sufrir una expropiación si se oponen.

Muchas personas que apoyan las medidas del Gobierno, por considerar que éste les ha preservado la vida, tendrán que sufrir las consecuencias económicas de tales medidas, sin que sepamos realmente, cuando podrá superarse esta crisis, que amenaza la estabilidad nacional y su orden jurídico.

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