Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓNACCION
La reunión entre Putin y Trump en Alaska, plantea un nuevo
orden mundial tripartito: Estados Unidos liderará la tecnología, Rusia domina
la energía y China la manufactura; lo que implica que se eleve a Rusia a un
nivel geopolítico superior del que posee actualmente, que China se contenga en
sus planes de expansión hegemónica y que se conforme con la superioridad
económica, respetando las áreas de influencia de las otras dos potencias. Esto
implica que Estados Unidos renuncie voluntariamente a su hegemonía mundial y se
desligue de los intereses europeos, y la india, no se desarrolle y expanda en
ASIA.
Este es un planteamiento no consolidado aún, pues exige el
fin de la guerra en Ucrania y el establecimiento del antiguo “hinterland”
soviético. Sin importar el rumbo que se tome, la viabilidad económica y social
de El Salvador será insostenible en pocos años y quien pretenda ejercer su
hegemonía sobre Centroamérica, tendrá que sostener a El Salvador o lidiar con
sus problemas internos.
El Gobierno actual de El Salvador, ha basado su estrategia geopolítica
en la pugna contra Estados Unidos. A Rusia ha ofrecido sumarse a las políticas
anti dólar, en la espera que sean los BRICS quienes le proporcionen los
recursos que ya le niega el Banco Mundial, el FMI y BCIE. A China le ha
ofrecido territorio para que forme parte de la ruta de la seda entre el
Pacífico y el Atlántico. Un acuerdo entre potencias, puede evitar tenciones geopolíticas,
pero no revertir inversiones ya establecidas en El Salvador. La “pax”
geopolítica dejaría al Gobierno salvadoreño sin los recursos que necesita para
sostenerse y podríamos vernos en una situación de “Período Especial” como paso
en Cuba, luego de la caída de la Unión Soviética. Véanse las grandes
inversiones Chinas en infraestructuras públicas y privadas.
En el período entre 2014 y 2019, el segundo Gobierno del
FMLN, rompe con Taiwán y da plena apertura a China continental. Sus antiguas
relaciones en la Guerra Fría, le hacen acercarse a Rusia.
A partir de este momento, la ruta anti norteamericana está
establecida. El siguiente Gobierno, debe de verse como una escisión partidaria y
continuidad ideológica del FMLN, pues ha continuado con una serie de reformas
que ha llamado “revolucionarias”, comenzando por la deconstrucción de la
aplicación de la normativa constitucional y legal, para consolidar el
autoritarismo presidencial. Luego pasa directamente al cambio de la estructura
jurídica nacional, aboliendo de hecho la Constitución, pues ésta ha perdido su
característica de “inamovilidad”, creando una suerte de “constitucionalidad
legislativa”. La supresión de las garantías constitucionales durante tres años
cuatro meses, ha convertido la falta de derechos, en una norma.
La libertad que se tiene en El Salvador, no proviene del
“derecho” del ciudadano, sino de la “voluntad” del Gobernante, por lo que,
aunque se promueve a El Salvador como país de “derecha” con plena libertad
económica, ésta sólo existe según la voluntad del gobernante, por lo que el
país, sufre una crisis económica de carácter social, sin posibilidad de un
cambio democrático, debido a la falta de libertas. Esto hace que El Salvador sea
un país socialmente imprevisible y coloca a Nayíb Bukele, como gobernante de
izquierda revolucionaria.
Si El Salvador queda bajo la esfera norteamericana, Estados
Unidos tendrá que ayudar al sostenimiento del Gobierno de Bukele. La crisis
económica, favorece la corrupción y el tráfico de droga; ya se sabe de la
operatividad en El Salvador de los distintos carteles mexicanos y venezolanos
con anuencia del Gobierno. Esto estimula la emigración por inseguridad económica,
jurídica y física.
Si la lucha geopolítica continua y no se concretan los
acuerdos de Alaska, Estados Unidos tendrá una espina en Centroamérica y
necesitará acciones militares en Nicaragua y Venezuela para asegurar la
estabilidad de Mesoamérica.