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jueves, 12 de febrero de 2015

MENSAJE A LATINOAMÉRICA DEL PAPA FRANCISCO I


Por     
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 12 de febrero  de 2015.

La declaración de que la muerte de Monseñor Romero, fue un martirio causado por odio contra la fe, es mensaje político para Latinoamérica, que  lo recibe en un momento tardío, pues  en vez de  consolidar la fe Católica, perturba a los fieles, porque les crea dudas sobre el papel terrenal de la Iglesia, pero sobre todo, beneficiará el pensamiento socialista latinoamericano, en esta su etapa actual, de declive político.

La explicación que da el Vaticano sobre el “martirio por odio a la fe”,  en el caso de Monseñor Romero, afirma que su muerte tuvo por causa  el odio contra su “praxis cristiana”. Que Oscar Arnulfo Romero,  se había encontrado en el dilema entre “la guerrilla y la oligarquía” y que así fue  moldeado por las circunstancias. Según declaraciones del historiador Giuseppe Della Rocca, en conferencia conjunta con Monseñor Vincenzo Paglia, Presidente de la Congregación Vaticana para la Familia y, postulador de la causa de santificación de Monseñor Romero.

La “praxis” de Monseñor Romero, provino del desarrollo de las ideas de la II CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO realizado en Medellín, en 1968, en la cual se desarrollaron  las ideas para Latinoamérica, del Concilio Vaticano II. Tal interpretación de la  función de la Iglesia Católica,  dentro del contexto de la Guerra Fría en Latinoamérica, generó mucha controversia dentro del Vaticano y más aún, lo hizo su práctica, que  fue contenida por los Papas San Juan Pablo II y Benedicto XVI,  lo cual puede apreciarse en la III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO realizado Puebla, en 1979. La posición actual del Vaticano, con respecto a dicha praxis, representa el triunfo del ala progresista de la Iglesia, pero que sin embargo, es acción muy tardía, pues el progresismo ideológico, ya obtuvo el poder en Latinoamérica, y lejos de mostrar sus bondades, está decayendo por su inviabilidad y la inmoralidad de sus acciones.

Las fuerzas que en Latinoamérica se encontraban en disputa, fueron el paganismo marxista y el liberalismo latinoamericano, el cual creyente fiel  del catolicismo e imbuido en la doctrina Social de la Iglesia,  tiene claro la separación de la Iglesia del poder Civil del Estado. El socialismo o marxismo, vio en el progresismo católico, un aliado muy conveniente en su estrategia de lucha, procurando utilizar el poder moral  de la Iglesia, como fuerza política, en su visión de la lucha de clases. Una situación muy bien comprendida por San Juan Pablo II, según queda expresado en la BIOGAFÍA DE JUAN PABLO II, TESTIGO DE ESPERANZA, de George Weigel.

La contradicción actual latinoamericana es que, mientras el conservadurismo del siglo XIX, defendía el poder terrenal de la Iglesia, como parte integral del Estado y el liberalismo, por el contrario, exigía la separación de la Iglesia del Estado, pero sin menoscabo de la función extraterrenal de ésta. Hoy, el liberalismo defiende los valores tradicionales de la Iglesia, conservando siempre  la separación de Iglesia y Estado. Por lo contrario,  el progresismo, junto con el socialismo ateo, propugna por el poder terrenal de la Iglesia, como fuerza organizadora dentro de la sociedad y con poder político real y efectivo, ejercido por medio de las diferentes comunidades lideradas por el catolicismo.

Este nuevo giro de la Iglesia Católica, parece que será explotado muy hábilmente por la Izquierda, pues ya se insinúa sobre la obligatoriedad para el católico, de la aceptación de fe en el martirio de Monseñor Romero y de su “praxis”, como  forma correcta del ejercicio práctico y político (conducente a cambiar la realidad del Estado) del catolicismo,  lo que implicaría una forzosa comunión teológica e ideológica con el socialismo. Por lo cual esperan que se convierta “la oligarquía que mato a Monseñor Romero”. Esta situación coloca al feligrés común, en una vorágine de situaciones teológicas, aunque no las perciba o siquiera se las imagine. Ya en las redes sociales, aparece la fotografía de Benedicto XVI, con la leyenda “ESTE ES MI VERDADERO PAPA”, en un claro rechazo al Papa Francisco I.

Esta conflictiva situación, no ha sido provocada por la feligresía, que sólo ha aplicado para definirlos, los valores tradicionales de la Iglesia. Ha sido por el progresismo de la Iglesia Católica, que según sus cánones prescribe que,  no se critiquen  sus decisiones  públicamente y además que no se comuniquen formalmente a la Iglesia, pues que habría riesgo de apostasía. Sin embargo débese considerar que la persona humana no puede cambiar su conciencia, basada en los valores morales y religiosos tradicionales, por el solo y simple hecho de que se le diga,  que es para para preservar la ortodoxia dentro de la fe, y menos aun tratándose de una  nueva ortodoxia, por esta razón, la Iglesia Católica, lejos de consolidar su poder terrenal para cumplir con su función extraterrenal, se encuentra alejando a la feligresía latinoamericana, ya que la posición de poder del socialismo latinoamericano, no se sostendrá otros veinte años, pero sí la fe católica, aunque no puede sostenerse si se ata a un proyecto político condenado desde la época del Papa Pío XII, por su naturaleza pagana fundándose en un sistema intrínsecamente perverso.


Los días más difíciles del catolicismo moderno, fueron enfrentados por el Papa Pío Nono, pero gracias al Concilio Vaticano I, que fortaleció la autoridad extraterrenal, el Papa León XIII y su capacidad  de negociación con los poderes terrenales, sin comprometer la naturaleza de la Iglesia, logró superar tal adversidad de la Iglesia Católica; sin embargo, parece que el Papa Francisco I, ha optado por la estrategia de pegarse a un proyecto político terrenal para la subsistencia de la Iglesia, lo cual nos lleva a considerar que, la Iglesia católica en sus  orígenes, inició su función social, luego de derrotar al paganismo (“HISTORIA de la IGLESIA CATÓLICA, desde su fundación hasta nuestros días, por los HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS”, con la aprobación de la Delegación Apostólica en Cuba y Puerto Rico, N° 621, marzo de 1918) y ahora la Iglesia Católica, se pliega al neo paganismo para preservar su poder terrenal.

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