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jueves, 14 de marzo de 2019

SENTIMIENTO NACIONAL Y REALIDAD



Por      
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra


Ha llegado a su punto crítico el repudio a la corrupción y al abuso de poder de los políticos, porque de allí genéranse todos los males de El Salvador:  permiten el narcotráfico, la ineficiencia de las instituciones públicas, la emigración por motivos económicos y de inseguridad. El ciudadano común expresó ese rechazo con su voto, pero en a la imposibilidad de que su voz sea escuchada por sus “representantes políticos”,  espera una CICIES para  castigo a los políticos de antaño: tal deseo,  puede traer consecuencias irreparables para la patria. El Salvador perderá la soberanía nacional.

Nayib Bukele buscará la aprobación de una CICIES, que busque que la ONU y la OEA ejerzan acción directa, con un poder supranacional, en el cual, en el mejor de los casos, la Fiscalía General de la República, será sólo un ente operacional. Para la conformación de dicho organismo, buscará el beneplácito de la Asamblea Legislativa, dando apariencia de legalidad, a la delegación de la soberanía. Políticamente sería algo dirigido a sus opositores políticos: los partidos que anteriormente, han ejercido el poder, por lo que, la ONU y la OEA, consolidarían el poder de Bukele.

Es de suponer que será tildado de corrupto, todo salvadoreño que se oponga y será el primer objetivo a investigar. Por ello, al reconocer Mauricio Interiano que ARENA ha sido corrupta, la está señalando como una estructura de poder (ver las nuevas teorías penales derivadas de la Justicia transicional y Restaurativa), creada para la corrupción misma y, por lo tanto, deberá ser objeto de investigación y sanción. Al reconocer tal hecho, ARENA no se puede oponer a la CICIES, pues reafirmaría que es un partido corrupto. Ante una delegación de soberanía (que es inconstitucional y puede considerarse acto de traición a la Patria) como fracción tiene que abstenerse de votar, pues hacerlo, sería traicionar sus principios, por lo que debe de razonar su abstención.

El acercamiento político de Nayib Bukele a Estados Unidos, entregando un discurso “liberal y democrático” en la Heritage Fundation, riñó con sus discursos de campaña y, puede inducir al alto empresariado a creer, que ya no necesario que haya una oposición fuerte en el país. Pero no hay que olvidar que todo el apoyo firme de Bukele, proviene del  ala más radical y ortodoxa del FMLN, pues han considerado seguir, los valores primigenios de la revolución en El Salvador: su rechazo a la cúpula del FMLN, ha sido por su “aburguesamiento”, lo cual dará origen a los primeros desgastes políticos de Bukele.

Una oposición fuerte, evitó que el FMLN fuese radical, prefiriendo el enriquecimiento personal. El reciente discurso de Bukele en Estados Unidos, recuerda los discursos de Hugo Chávez, en los que sólo pretendía acabar con la corrupción y potenciar el sistema democrático. Sería craso error no fortalecer en el país, la oposición liberal.

El desafuero del magistrado Escalante Días, ha probado que la institucionalidad sí funciona, siempre que no se trate de personajes políticos o, con poder fáctico. Si se aplicase tal celeridad para enjuiciar a José Luis Merino, Mauricio Funes y a la cúpula del FMLN por sus Crímenes de Guerra o, deducir las debidas responsabilidades a los líderes de las pandillas, una CICIES sería inútil.

Una CICIES, implicaría la perdida de la soberanía:  reconoceríamos nuestra incapacidad para gobernarnos y hacer cumplir nuestras propias leyes: estimularíamos la delincuencia, el narcotráfico y la emigración, que son reflejo de esos males. El Salvador no puede, no debe delegar su soberanía en extranjeros, eso sería traición a la Patria.

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