Publicación Acción

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jueves, 14 de enero de 2021

PAZ: 1992

 

Por      

Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra

Editor de PUBLICACIÓN ACCION 

 

Nuestra salida de la Guerra Fría en Latinoamérica; se significó con los Acuerdos de Paz de 1992; se inició un nuevo proceso político: solventar los conflictos internos, mediante el sistema democrático, respeto de los Derechos Humanos y entendimiento social, mediante la concurrencia a las urnas.

 

El conflicto dejó 11,000 militares fallecidos (caídos en servicio), 10,000 mutilados por las minas terrestres y dispositivos explosivos improvisados, miles de muertos de las cinco organizaciones del FMLN, junto a inocentes civiles, cuyo número nunca podrá contabilizarse con exactitud, por lo clandestino de la insurgencia y su logística encubierta, que no permitía distinguir entre el civil y el combatiente.

 

Aún subsisten los daños materiales: la destrucción del agro, por causa de la Reforma Agraria decretada con el apoyo de las embajadas de Estados Unidos y Taiwán, materializando los conceptos agrarios de Roy Prosternan: pretendían frenar el conflicto, mediante la repartición de tierras. Estrategia que había fallado en Vietnam, dio aquí puñalada de muerte a la agricultura: a ella se debe mucha de nuestra migración, y que el país no pueda producir la totalidad de alimentos que necesita para la población y que, se carezca de la mano de obra necesaria para las labores agrícolas.

 

El endeudamiento galopante de nuestros Gobiernos, débese a la reconstrucción necesaria y la suposición política, que el asistencialismo, es la base política que sustenta al Gobierno y no, la libertad económica, fuente de satisfacción de las necesidades individuales; a la larga, ha estimulado la corrupción, el narcotráfico y el control territorial de las pandillas.

 

Creyendo que la sociedad respetaría la ley, por el sólo hecho, de haber firmado los Acuerdos de Paz, se disolvieron los cuerpos de seguridad y, sin educación cívica y con una lucha política de parte del FMLN (siguiendo la estrategia del frente unido – cambiando la lucha militar por la lucha política-), diose ser político a las pandillas, hecho, por vez primera, explotado por Mauricio Funes, tomó fuerza propia, hasta ser parte, medianamente oculta, dentro del presente Gobierno.

 

El autoritarismo actual, se debe a la falta de educación cívica (inculcar las normas y principios de una convivencia pacífica, sostenida en el sistema democrático y republicano) así como las bondades de un sistema fundado en la libertad económica e individual. Podremos así, ver tres cambios futuros que el presente Gobierno, pretende introducir.

 

1)      El uso político de la Fuerza Armada: despojándola de la función constitucional establecida luego de los Acuerdos de Paz, genera un sentimiento anti-militar, ya utilizado en su lucha, por el FMLN, retomado por grupos de izquierda radical, hoy ampliado a muchos sectores opositores de este Gobierno, induciendo a que la Fuerza Armada, viendo en Bukele su única protección, se convierta en el ejecutor de sus disposiciones. El acuerdo político para la condena en el caso Mozote y una extradición en el caso Jesuitas, va en tal sentido.

2)      Las Municipalidades que no puedan ser autosuficientes, tenderán a desaparecer y ser absorbidas por las Municipalidades grandes. Esto facilitará el control de la mara e influencia del narcotráfico. Con tal fin se está reteniendo el FODES.

3)      La suspensión de la educación, tendrá efectos futuros: habrá una generación, cuyo objetivo será sólo la supervivencia, sin respeto a otro ser humano; le será más fácil, ingresar a la mara y solventar sus problemas por medio de la violencia.

Conclusión: sólo quién no ha vivido o, participado en el conflicto armado, puede despreciar los Acuerdos de Paz o, mancillar la memoria de los caídos. La intención es justificar el cambio de sistema partidocrático, por una dictadura asistencialista, que no podría sostenerse, sin la nueva lucha económica entre potencias.

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