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sábado, 27 de marzo de 2021

GRITO DE AUXILIO A CENTROAMERICA

 

Por      

Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra

Editor de PUBLICACIÓN ACCION

 

Fue presentada, el 16 de febrero del presente año, ante la Corte Centroamericana de Justicia, con sede en Managua, Nicaragua, demanda contra el Presidente Nayib Bukele, por sus diferentes hechos de autoritarismo, realizados durante su gobierno, en violación a los principios consagrados en el Tratado Marco de Seguridad Democrática en Centroamérica (TMSD), resolviéndose que, dicha demanda, era improcedente. La demanda en sí, debe ser interpretada, como pedido de auxilio de la sensatez y espíritu democrático salvadoreño, al resto de Centroamérica.

 

El objetivo de dicho Tratado, es “Concretar un modelo de seguridad regional sustentado en un balance razonable de fuerzas, el fortalecimiento del poder civil, la superación de la pobreza extrema, la promoción del desarrollo sostenido, la protección del medio ambiente, la erradicación de la violencia, la corrupción, el terrorismo, el narcotráfico y el tráfico de armas”, según explicación que promueve el Sistema de Integración Centroamericano y, en el párrafo 5° de los considerandos, de dicho cuerpo legal, se lee: “Que aquellas situaciones que quebranten la paz y afecten la seguridad de cualesquiera de los Estados centroamericanos afectan también a todos los Estados de la región y sus habitantes”.

 

De tal manera que, las acciones de Nayib Bukele en El Salvador, son un peligro para la estabilidad de la región, según se fundamenta en dicha demanda, que fue desestimada, en base al Derecho de Acción, del querellante: un particular. En tal sentido, declarada la improcedencia, por cuestión meramente procesal, no se entró a conocer el fondo de la cuestión.

 

Un rechazo de esta naturaleza, es eminentemente político: no de legitimidad del reclamo, dejando dos cuestiones claras: 1) la sociedad salvadoreña, se encuentra sola, en su lucha por la preservación del sistema democrático y 2) las acciones de protesta u oposición de los salvadoreños, no serán ya, dentro del marco estricto del procedimiento jurídico jurisdiccional, sino de la política, en su sentido amplio, al margen del sistema electoral, con riesgo inminente, de perder los espacios de acción jurídica, que dan los pesos y contrapesos, propios del sistema republicano.

 

En remembranza, la Gran Guerra Patria Centroamericana se debió a que, la facción “demócratas” nicaragüenses, se hicieron del poder, con la ayuda del filibustero William Walker, en contra de la facción “legitimista”. A criterio de muchos nicaragüenses, las acciones del filibustero, fueron legítimas y, bajo los estándares de la época, aceptables. Pero un Gobierno así, en el área, desestabilizaría irremediablemente, a los otros Estados, lo cual provocó una reacción en el resto de países, que enviaron tropas. Hoy, nadie cuestiona las acciones de los países centroamericanos, en aras de la estabilidad de aquella época.

 

Hoy, entrados en una era de paz, luego de la Guerra Fría, se solicita la intervención diplomática, no militar: está claro que el Gobierno de Nicaragua, también ve un peligro para su autoritarismo, si la Corte, llegase a considerar, tal reclamo.

 

Está dando Bukele, ejemplo de autoritarismo, legitimado en la voluntad popular, no en base a la fuerza directa de las armas; éstas lo mantienen bajo la justificación de un mandato popular, sin reflexionar que, la forma de conseguir dicho mandato, usando la compra de voluntades, contamina o deslegitima el mandato en sí, por estarlo ya, desde su origen.

 

Esto prueba que las acciones de denuncia, contra la corrupción de este Gobierno y su protección sistemática al crimen organizado, deben ser más fuertes, pues ningún país extranjero, hará presión alguna por la estabilidad democrática del país, si sus habitantes tienen actitud pasiva o, prefieren salir del país, buscando nuevos horizontes. La lucha de los salvadoreños, debe ser en nuestro suelo y, por nuestra existencia.  

 

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