Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓNACCION
En el 2017, la dirigencia y militancia del FMLN, partido en
el Gobierno en ese momento, gritaba en las calles de San Salvador, “Yankees go
home” mientras quemaba la bandera de Estados Unidos. En ese momento Nayíb
Bukele, representando a ese partido, como alcalde de San Salvador, ejerciendo
ya cargos públicos por ese partido desde el 2012; remontándose su militancia y
apoyo logístico, desde la época de su padre, el Dr. Armando Bukele Katan; quien
guardo estrechos lazos con organizaciones terroristas palestinas; según
documentos de inteligencia abierta, publicados ya en diferentes medios. Estos
antecedentes son importantes para entender la relación criminal actual,
existente entre Estados Unidos y El Salvador.
Entre 1999 y el 2004, el Gobierno de Francisco Flores fue
advertido que, de no contener a las pandillas en ese momento, obligaría al
Gobierno a negociar con ellos en algún momento futuro, para preservar la
gobernabilidad. La razón por la que no se actuó policial y militarmente en ese momento,
considerando que el criterio que sostenía el FMLN, como fuerza electoral en
ascenso, bloquearía la gobernabilidad y gobernanza, pues su visión sobre este fenómeno,
era que se podría aprovechar para su ascenso al poder.
El criterio del FMLN, se basaba en su visión marxista del
fenómeno antropológico: pues el pandillero, era un ser excluido de la sociedad
por el Estado y la tendencia del capitalismo consumista, por lo que no se le
podía castigar, pues el Estado y la sociedad eran los causantes de su pobreza y
en consecuencia, de su exclusión social, entonces el sistema capitalista, era
el precursor de su conducta antisocial y
ésta, la natural lucha de clases. Este visón “woke” (anglicismo que llama a la lucha
sobre la injusticia social, según conceptos de izquierda o progresistas),
permitió que las pandillas se establecieran como estructura de poder.
Geovani Galeas, ex guerrillero y periodista, ha declarado
que el “Viejo Lin”, Carlo Ernesto Lechuga Mojica, fundador de la M-18, fue
guerrillero y miembro activo del PRTC (Partido Revolucionario de los
Trabajadores Centroamericanos, de ideología marxista de tendencia trotskista).
Nidia Díaz (Diputada del FMLN en época del ascenso de las pandillas) como miembro
del PRTC, protegió al Viejo Lin en su época de guerrillero, según Galeas. Es curioso observar que el ex secretario
general del FMLN y uno de los principales líderes del PRTC, Dr. Fabio Castillo Figueroa,
dieron su apoyo incondicional a Nayíb Bukele en sus varias pretensiones
políticas. Las posteriores retractaciones sobre sus apoyos han sido sobre la dirección
del movimiento de izquierda, nunca sobre su anti norte americanismo o visión
ideológica.
Mauricio Funes, fue el primero en utilizar la organización
de las pandillas como parte de la maquinaria electoral del FMLN, cuando éste iniciaba
su candidatura presidencial, lo que obligó a todos los partidos políticos a
tener que solicitar permiso a las pandillas, para poder realizar el
proselitismo territorial electoral. Por lo que desde el 2009 hasta el presente,
las pandillas han sido parte o rama oculta del Órgano Ejecutivo.
Esta es la razón por la que Nayíb Bukele está interesado en
repatriar a los pandilleros capturados en Estados Unidos, México y Guatemala,
pues al judicializar sus declaraciones, se confirma que el Gobierno salvadoreño,
ha sido participante de la protección de una estructura criminal, con alcance
global. Un Juez Federal en Long Island mostro su desacuerdo por el retiro de
cargos a pandilleros salvadoreños, por motivos de “geopolítica” y “Seguridad
Nacional” (ver notas periodísticas y la posición del Departamento de Justicia
del Gobierno Trump).
El Gobierno de Bukele, ha ofrecido reclusión a prisioneros
y deportados de Estados Unidos, lo cual es un apoyo al Gobierno Trump, la
facilidad de usar el territorio salvadoreño para operaciones militares
norteamericanas en el Caribe, posiciona a El Salvador, como el único aliado de
Trump en Centroamérica, frente a la penetración China. Sin embargo, esa alianza
depende de la protección que le dé Trump.
El antinorteamericanismo de Bukele, se mantiene y sigue
haciendo negocios con China, y la penetración de ese país es cada vez más
creciente, sin embargo el actual Gobierno Trump, considera que los negocios de
China en El Salvador, no constituye una amenaza a la seguridad y, es una forma
para que Bukele mantenga el equilibrio necesario para satisfacer las exigencias
de Washington. Muchos congresistas y analistas norteamericanos, no lo
consideran de igual manera y ven en El Salvador dos amenazas: la posible alianza
entre crimen organizado y terrorismo, bajo la interdependencia o codependencia de
un Estado ideológicamente hostil.
La actual lucha política de Trump por controlar el sistema
norteamericano, hace que su alianza con Bukele sea motivo de controversia.
Mientras Bukele, es acusado de violación de Derechos Humanos y autoritarismo,
se defiende aumentando su autoritarismo, control interno, dominando la
comunicación con propaganda. Pero las acusaciones judiciales de su relación con
el crimen organizado, son imposibles de controlar, sin la intervención del
Departamento de Justicia de Estados Unidos y es allí, donde la oposición a
Trump se ha centrado.
Por su naturaleza, las relaciones con el crimen organizado,
suelen aumentar y expandirse, nunca disminuir; entonces cada vez será más
evidente su relación con estos grupos delincuenciales y su corrupción interna,
por lo que la protección que goza del
trompismo, será más difícil de sostener.
Luego será su relación con actividades anti estadounidenses la que surja,
obligando al trompismo a separarse de Bukele. Llegado a este punto, Bukele
terminará volteándose abiertamente en favor de China y de intereses islámicos
radicales.
Llegado a este punto, Bukele, será visto por el movimiento
MAGA, como un enemigo de Estados Unidos y un error de Trump, en su política
exterior.
Bukele es un aliado de conveniencia por hoy, de Trump, no
de Estados Unidos, que está pasando ahora, por su mayor crisis geopolítica.
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