Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 31 de enero de 2013.
El 28 de diciembre del
año recién pasado, la Asamblea Legislativa emitió el Decreto N° 203, por el
cual se declara “DÍA NACIONAL DEL
VETERANO DE LA FUERZA ARMADA”, el 31 de enero de cada año y, en una muy breve
exposición de motivos, en el considerando II dice: “Que la Fuerza Armada desde su
creación, la han constituido hombres de honor y valentía, que han servido con
patriotismo, sacrificio y lealtad a la nación, en defensa de los altos
intereses de la república; considerándose como veterano, aquél que ha estado de
alta en las Fuerzas Armadas, por medio de una orden general, cualquiera que
haya sido su función, pasando a una situación de retiro, o que haya dejado de
prestar sus servicios activos a la Fuerza Armada”.
Como vemos, el concepto de “veterano”, se aplica al
militar que lleva un tiempo sirviendo en filas y conoce, en profundidad, la
vida de cuartel. Y, también titúlase como veterano a la persona que ha
combatido en una guerra. Y aplicando
mejor el concepto de veterano militar,
vale decir que, veterano es toda persona que, en el cumplimiento de su deber
constitucional e institucional, ha representado el interés último del Estado,
volviéndose su instrumento directo: el ejerció del poder legítimo, mediante el
uso de la fuerza; y esto, en razón de lo que se expresa en la Ley Orgánica de
la Fuerza Armada de El Salvador, ya sea de
forma directa (ARTÍCULO 2.- En tiempo de guerra la Fuerza
Armada cumplirá su misión Constitucional, asegurando mediante campañas y
operaciones militares la defensa de la soberanía del Estado y la integridad del
territorio.) o, indirecta (ARTÍCULO 3.- En tiempo de paz la Fuerza
Armada coadyuvará al desarrollo y la promoción de las políticas y objetivos de
la defensa nacional, y excepcionalmente el mantenimiento de la paz interna.
Organizará, equipará e instruirá Unidades en situación activa y de reserva,
capacitándolas para cumplir la misión en tiempo de guerra).
Esto
nos lleva a reflexionar sobre el papel de la Fuerza Armada de El Salvador y
sobre quienes recae tal honrosa calidad. La primera aclaración pertinente es
que la calidad de veterano, es exclusiva de quienes han pertenecido a la Fuerza
Armada de El Salvador, y no, de quien han
combatido o quienes hayan combatido en contra de la fuerza
legítima del Estado de El Salvador. La diferencia estriba en que la Fuerza
Armada, ha ejercido la fuerza en representación del Estado, mientras que,
cualquiera otra persona o personas, ha o han ejercido violencia por la defensa
de una ideología o de intereses propios o de grupo, pero en ningún momento
posee la representación nacional; y, en segundo lugar, la convicción personal
del veterano no se traduce en sus actos de servicio, pues sólo actúa de conformidad
con el poder político, ceñido a la Constitución.
Teniendo muy
cercano aún, el fin de la Campaña
Militar 1981 – 1992 (31 de enero de 1992, según el Parte a la Nación, dado por
el Ministro de la Defensa, General René
Emilio Ponce), es natural que todos los que en aquel momento combatieron al
Estado de El Salvador, quieran señalar como actos ilegítimos, todas las
operaciones realizadas por la Fuerza Armada de El Salvador; sin embargo, para evitar
la continuidad del conflicto, se tendió un velo de perdón y olvido, fundamento
de los Acuerdos de Paz de Chapultepec. No obstante, este velo no oscurece las
acciones de la Fuerza Armada, ni resta legitimidad a sus acciones, pues el
valor de las mismas puede sólo apreciarse bajo la visión jurídica de la época y
no, a la luz de las teorías modernas, que tienen propósitos políticos actuales.
El honor de ser los
primeros defensores de los principios libertarios de Centroamérica corresponde
a San Salvador y San Vicente, por lo cual, con mucho orgullo podemos afirmar
que la primera defensa de la libertad Centroamericana corresponde a El
Salvador, en la acción de La Batalla de El Espinal, del 11 de marzo de 1822.
El Comandante en jefe
fue el entonces Coronel Manuel José Arce
y Faboaga, quien junto a sus 800 oficiales,
sub - oficiales y personal de tropa,
libraron la primera batalla en defensa del territorio patrio centroamericano,
bajo los principios liberales proclamados en el Acta de Independencia del 15 de
septiembre de 1921. El hecho de ser veterano de una campaña militar, concede honor y gloria imperecederos a todos
sus protagonistas: mientras ellos viven,
su ejemplo mueve el valor de los demás y, cuando mueren, sus virtudes militares,
son inmemorial ejemplo para el heroísmo
de las generaciones futuras. El militar, con todo y ser una persona corriente
que debe atender a sus necesidades de
vida personal, es sobre todo, un hombre público, un funcionario del Estado; del
Estado como Nación, como totalidad de los ciudadanos; así, esta condición, no
es suya sólo cuando viste el uniforme, trasciende
también sin disminuir, hasta el último de sus días y le inunda de gloria
después de su muerte.
Son muchas las virtudes
que ha de poseer el soldado en su vida militar, pero, cuando ya ha participado
en una campaña y recibe la categoría de veterano, ha probado poseer dos
virtudes militares que le dan superioridad ciudadana: la fortaleza y la
humildad. La fortaleza, durante las acciones militares y, en la responsabilidad
de sus actos, pues cada uno de ellos, implica la interpretación y aplicación de
la ley, según el bien común, dictado por las autoridades civiles de la época. La
segunda, es la humildad, pues no espera recibir ningún honor por los actos
realizados, a no ser por la satisfacción de haber cumplido con su deber, en
beneficio de la patria y de sus conciudadanos.
Desde la Batalla del
Espinal, hasta la participación en Iraq y Afganistán, en nuestros días,
podríamos enumerar una campaña por
generación, lo cual confirma la necesidad de la existencia de la Fuerza Armada
de El Salvador, para cumplir no sólo con sus obligaciones Constitucionales
internas, sino también con sus obligaciones frente a la comunidad
internacional.
La elección del 31 de
enero como “El DÍA NACIONAL DEL VETERANO DE LA FUERZA ARMADA”,
no ha sido la más apropiada, pues intrincadamente alude a la Campaña Militar
1981-1992, cuando el señalamiento de ese día, debe de ser universal para El
Salvador y Centroamérica, y, especialmente, para todas las campañas en las que
ha participado la Fuerza Armada de El Salvador. La Historia señala el día 14 de
diciembre de 1847 como muy apropiado, pues en ese día en que falleció el del General Manuel José Arce y Faboaga, fundador
del Ejército nacional y creador de nuestra primera insignia patria. Su visión
político-militar lo concretó en el lema: EL EJERCITO VIVIRÁ MIENTRAS VIVA LA REPÚBLICA;
lo que expresa que; si no hay nación organizada, no hay Ejercito, pues
precisamente la misión del Ejército es sostener a la República, aún a costa de
su vida, así para honrar y glorificar a nuestro prócer, el día del Veterano
debería aludir a su heroísmo y ejemplo, que han imitado las generaciones
posteriores de militares salvadoreños
La oposición a que el
14 de diciembre, fuese el día del veterano militar, estriba en que se reclama
dicho día para la celebración de las acciones del Mozote. Sin embargo, si vemos
esas acciones a la luz de la Historia, tenemos que, en aquel momento, en esa zona,
se pretendía segregar el territorio nacional, para que pudiese ser declarado,
ante las naciones extranjeras: “territorio liberado” y dar así a la insurgencia,
legitimidad de lucha. Razón de más para consagrar en esa fecha el heroísmo del
veterano en ese día, pues el General Manuel José Arce y Faboaga, jamás hubiese
permitido la segregación del territorio nacional, pues se definió en ese día,
la integridad del territorio nacional en época reciente. Y esto ha sido a
costa, no sólo del sufrimiento físico del veterano militar, sino también del sufrimiento
moral, pues por la acción del Mozote, ha traído acusaciones de crimen, por
quienes en su momento, quisieron la segregación nacional.
La función de la Fuerza
Armada, está expresada en la Constitución de la República y en su Ley Orgánica.
Ahora bien, las consecuencias para
quienes atenten contra la seguridad e integridad del Estado, será responsabilidad de quienes las realicen, pues
la función de la Fuerza Armada, es conjurar la amenaza, para salvaguardar la
integridad del territorio, el ejercicio
del poder legítimo y la integridad física de sus ciudadanos junto a sus
derechos.
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