En un artículo
publicado en la BBC, el 9 de abril de 2017, bajo la responsabilidad de Juan
Carlos Pérez Salazar, Joaquín Villalobos
recomienda negociar con el Estado Islámico,
considerando la incapacidad de occidente para dominarlo. Dicha absurda
recomendación nos induce a los
salvadoreños, a dos reflexiones: 1ª) sobre
el concepto de Villalobos sobre la conducción de la guerra y 2ª) el
papel del Socialismo latinoamericano frente al Estado Islámico.
Joaquín Villalobos basa su estrategia militar, en la presunción
de que todo movimiento insurgente, es apoyado por la totalidad de la población, siendo por esto,
que la población en su totalidad se halla de alta, en el movimiento insurgente;
sin embargo, como siempre hay disidentes,
es necesaria la expulsión forzada o el asesinato de los mismos, lo cual
es Genocidio, como también lo es, la utilización de personas no aptas para el
combate, en movimientos de masas, que
constituye Crimen de Guerra. Delitos de la histórica guerrilla, ya denunciadas en
El Salvador, pero detenidos por la
burocracia gubernamental y el poder político de la antigua insurgencia, hoy en el poder.
La propuesta, por parte de Villalobos, de un dialogo con el
Estado Islámico, significa el inicio de
una campaña de los socialistas latinoamericanos, en favor de tales grupos
radicales, que actúan en su antigua y presente afinidad, con el
terrorismo internacional, particularmente con el terrorismo islámico ya presente
en Latinoamérica, por causa de la acogida que se le ha dado por el hecho de su
lucha antinorteamericana y antijudía.
Dialogar con el Estado
Islámico sería imposible: el radicalismo islámico, sólo reconoce del contrario,
el sometimiento o la muerte. Y su lucha no sólo es de poder, sino cultural y religiosa, la cual llega hasta el exterminio de variantes formas de pensamiento islamista: ve
su combate contra Occidente, como una continuidad de su lucha contra el Reino
de Jerusalén, ya destruido en el 1291.
El apoyo de Occidente a
las fuerzas contrarias al Estado Islámico, débese a una acción compartida, de
intereses geopolíticos internacionales, con fuerzas locales de resistencia, dando
a éstas, el apoyo táctico de que carecen. Tal es en la toma de Mosul, en que participan las fuerzas Peshmerga (kurdos) junto a unidades turcas e iraquíes (sus
enemigos ancestrales) apoyadas por tropas norteamericanas, inglesas y
francesas. La no participación masiva de Occidente, aunque general en la
participación de países, con acciones militares muy puntuales, muestra el
peligro común, y la necesidad de
comerciar y el uso global de los
recursos, pero no, una ocupación
territorial o dominio cultural.
Los socialistas latinoamericanos
simpatizan con el Estado Islámico y por eso, han permitido la proliferación de
redes latentes de terrorismo en Latinoamérica, a partir de las aperturas
venezolana y argentina, lo que permite la
existencia de centros de entrenamiento en la Triple Frontera (Brasil, Argentina
y Paraguay) y, una amplia difusión del islam, especialmente en México.
Nos preguntamos:
¿sufriremos en Latinoamérica acciones,
como presión para una negociación, ante la apertura de un nuevo teatro de operaciones
del Estado Islámico? O está pensando Joaquín Villalobos utilizar al Estado
Islámico, como carta de negociación para
la tolerancia de un relevo del socialismo latinoamericano, cuando éste está siendo repudiado? Es muy temprano aún, para poder predecir
acciones; sin embargo, sí está clara su
simpatía con estos grupos y que, el socialismo latinoamericano o, la tendencia
social demócrata, aprovechará cualesquier coyuntura en su favor y, especialmente,
la social democracia que aspira a substituir al Socialismo del Siglo XXI, aun
sacrificando los verdaderos intereses continentales de unidad geopolítica y Occidental.
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