Por
Lic.
Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Los
errores del bukelismo, son cada vez más profundos y, la incapacidad de la oposición
para aprovecharlos, débese al efecto “Sicofante”, que impide a unos y a otros, pese
a lo evidente de sus errores, cambiar de estrategia, en la presente lucha
política, que nos lleva hacia el totalitarismo, acercándonos a China, en su lucha
geopolítica, contra Estados Unidos y Europa.
El
término “sicofante”, deriva del griego, e indica: delación y falsedad, con el
propósito de ganar un favor, lo cual era mal visto en la antigua Grecia, pero
muy lucrativo para quien lo ejercía: dicho término, ha sido retomado, para
señalar la conducta del populismo y de sus aduladores.
El
bukelismo, ha desechado la Constitución, interpretando a su manera, sus
principios: realizando una deconstrucción de la misma, permitiendo, por causa
del miedo, el control poblacional y, en aplicación de un perpetuo Régimen de
Excepción: permite que el Gobierno, maneje como propias las finanzas públicas, pesando
una constante amenaza sobre los opositores. En tal situación, una fracción de
las pandillas, ha sufrido el castigo del Estado (después de ser un instrumento
político del oficialismo), sirviendo de amenaza, para quien desobedezca al
régimen, la cárcel más grande de Latinoamérica.
Estas
acciones, han permitido que en el exterior se crea, que hay un verdadero
combate al crimen organizado, cediendo las libertade individuales, en aras de
una seguridad. Tal percepción, es alimentada por la mayoría de los asesores y
funcionarios del Gobierno, con la finalidad, de asegurarse el favor y el
reconocimiento de la “familia presidencial”, conformada por Nayíb Bukele y sus
hermanos. Lo cual no permite ver los errores políticos cometidos, y que por lo
contrario, se profundizan.
Al
aumentar el autoritarismo, piérdese libertad y, por ello, disminuye la
actividad económica, que alimenta el sistema financiero. Por lo que la
corrupción-populismo, ya no cubre sus requerimientos, y al disminuir los
ingresos públicos, se ven obligados a tomar fondos de la estructura nacional
(las pensiones), preparando expropiaciones, creando empresas estales paralelas,
que asumirán los servicios públicos “por utilidad o necesidad pública” (ver
transporte y energía).
La
oposición, no entendiendo el fenómeno político del bukelismo, opta por lo
fácil: pensar que sus errores lo llevarán a perder las elecciones y al
recuperar la Asamblea Legislativa, se la podrá controlar desde la misma y que
las Instituciones, controladas por él, a base de corrupción y amenaza, volverán
a su a función democrática. Tal criterio es alimentado por la comodidad, temor,
desconcierto e incertidumbre en los resultados.
Mientras
tanto, en forma encubierta, la facción de izquierda contra Bukele, se organiza,
en preparación de cualquier opción política, pero siempre revolucionaria.
Saliéndose del esquema impuesto por Bukele y de la comodidad, de la esperanza
en unas elecciones, cuyo fraude es evidente, con sólo contrastar los
nacimientos de los nuevos votantes, con el aumento del padrón electoral.
La
mayor amenaza nacional, es nuestro distanciamiento diplomático con las naciones
que ven en la invasión a Ucrania, el expansionismo geopolítico por la fuerza, en
rompimiento al orden internacional. Se ignoran las pretensiones chinas y la
inevitable confrontación que se avecina, que nos pone nuevamente, dentro de la
Guerra Fría en que se vive, cuando por nuestra experiencia, El Salvador, debe
estar junto a los países democráticos, pues nuestra emigración y comercio, se
dirige hacia ellos.
Debe
hacerse una revisión de las líneas de acción de la oposición democrática, pues
sin ésta, quedará relegada a una tercera fuerza, siendo las mayoritarias, la
izquierda bukeliana o neo-revolucionaria y la revolucionaria tradicinal. Sólo el
sistema democrático, puede asegurar el desarrollo nacional, en base al interés
colectivo, sustentado por el orden constitucional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario