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lunes, 5 de febrero de 2024

¿LEGITIMACIÓN DE UN FRAUDE?

 


Por

Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra

Editor de PUBLICACIÓN ACCION 

 

EL triunfo de Nayíb Bukele, autoproclamado, a altas horas de la noche, constituye la legitimación de un fraude, finamente elaborado: iniciado con la destrucción de la institucionalidad del Estado y finalizado, con la manipulación de las elecciones;: hace parecer estable y conforme a un país, pero revela un mayor peligro, pues rompe el principio de respeto a las minorías, el imperio de la Ley y la identificación del Bien Público, con los intereses de Nación. vislumbrándose un giro geopolítico hacia el autoritarismo, quebrando la tradicional tendencia del continente americano, hacia la democracia y su defensa de la integridad humana.

 

La destrucción del equilibrio de poderes, mediante el dominio de la Sala de lo Constitucional y del Fiscal General de la República, permitió fácilmente, el dominio del resto de la institucionalidad del Estado: si había ya control de la Hacienda pública y se podía pactar con las pandillas, en beneficio del crimen organizado. El régimen de excepción (suspensión de las garantías individuales y los derechos políticos), presentado como de interés común para la salvaguarda de la integridad física, permitió la apariencia de la posibilidad del ejercicio democrático, cuando esto no era posible, por lo antagónico de la situación, pues se dio el ejercicio de un derecho, sin poseerlo: trampa en la que incurrieron las cupulas opositoras.

 

El correr de candidatos opositores junto a la candidatura inconstitucional de Bukele, legitimó esta última. Y la manipulación realizada por el Tribunal Supremo Electoral, al realizar cambios de última hora, dejó a la oposición, fuera de la estructura temporal y de verificación del voto. Su último acto: no dar el papel de impresión para las actas partidarias o entregar aparatos defectuosos a las JRV para la transmisión de datos, fue la culminación de este proceso, pues se esperó a que no hubiese vigilantes opositores, para autorizar la elaboración manual de actas. Nunca se habían hecho actas a mano, sino en formulario impreso.

 

La no entrega de la deuda política, deja a los partidos opositores sin la posibilidad de contratar el aparato necesario para la defensa en la próxima elección, creando un resentimiento hacia los candidatos que solicitaron su colaboración. El partido está condicionado a dicho pago, al presentar las actas recolectadas por los vigilantes, pero si el mismo tribunal no las emite, este requisito impuesto a los partidos, es imposible de cumplir.

 

Los partidos opositores, no denunciaron convenientemente este fraude, ahora están en peligro las siguientes elecciones, pero la pregunta es ¿Qué riesgo hay en el triunfo de Bukele? Lo primero es un triunfalismo que permita imponer a la oposición, medidas coercitivas y se establezca una economía dirigida, en la cual los millonarios aliados suyos y el crimen organizado, puedan laborar a sus anchas, sin la posibilidad de un desarrollo sostenible y socialmente homogéneo.

 

Su relación con las pandillas y los carteles de droga, se profundizarán, siendo un polo de peligro para el resto de países democráticos, facilitando una dictadura de familia, como de los Somoza o como la que tienen hoy Nicaragua y Venezuela.

 

El Salvador, se decantará hacia los países autoritarios, precisamente en el momento en que la nueva Guerra Fría, se agudiza, por las pretensiones del expansionismo ruso y chino. De igual manera, se facilitará la penetración del islam, en detrimento de las Iglesias evangélicas y la Iglesia Católica, favoreciendo al final, el radicalismo Islámico que, en El Salvador, presenta peculiaridades únicas: mezcla de sunismo y chiismo.

 

Este proceso es para justificar la supresión de los derechos individuales y políticos, solicitando que se respete tal decisión, por lo cual se puede aplicar la coercibilidad a la disidencia fundada en la democracia.

 

 

 

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