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lunes, 19 de agosto de 2013

LA CRECIENTE EGEMONIA VENEZOLANA SOBRE LATINOAMERICA


Por             
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 19 de agosto de 2013.

La geopolítica debe ser comprendida como  representación racional y objetiva de las relaciones de poder, establecidas entre diferentes actores respecto de un territorio y sus recursos. Esta definición se origina en los tres conceptos que comprenden la idea  de la geopolítica en la época contemporánea: 1) el   problema  del territorio y del espacio, como ámbito material y virtual de las prácticas sociales humanas; 2) la naturaleza del grupo humano como actor histórico in situ,  en la geografía; y 3) el  problema del poder, como práctica política y como medio de apropiación del territorio, para el beneficio y protección de su población.

Yves Lacoste,  famoso geopolítico francés, miembro activo del Partido Comunista de Francia,  en la década de los años 50, escribe, con posterioridad, su obra “Géopolitique et Géostratégie”, y  en la cual define a la geopolítica  no como una ciencia o arte, sino como “una aproximación racional a un conjunto de representaciones y de argumentos contradictorios, que traducen rivalidades de diversos tipos de poder sobre los territorios.” Lacoste aporta a la geografía, los conceptos de territorialidad y representación mental humana, los cuales deben de entenderse como las ideas y anhelos de las pretensiones colectivas o colectivizadas, por lo que, según su concepción de las relaciones geopolíticas, no pueden privilegiarse los factores geográficos, en perjuicio del contexto político. Sus ideas se alejan de los conceptos clásicos: las necesidades humanas basadas en su realidad geográfica; permite  sin embargo en los seguidores de sus teorías, presentar un relativismo geopolítico, que permite comprender, por medio de su visión geopolítica, las intenciones políticas de ese Estado, con relación a su entorno.

Bajo esta visión, se analiza que Brasil realiza una geopolítica de conquista del espacio amazónico y continental sudamericano, penetrando en el Matto Grosso selvático, realizando una plena conquista de tal  territorio, según los anhelos de la extensión territorial y unidad   brasileña y, de la conquista de la frontera natural amazónica.  Chile  en cambio, despliega una política de tensión fronteriza con Argentina, reclamando territorios limítrofes en el sur patagónico y en los canales australes y, redefiniendo su despliegue del dispositivo militar, al mismo tiempo que reafirma su distancia, con la reclamación marítima boliviana y la presión geopolítica del Perú hacia el sur.

En esta línea de ideas, la política exterior venezolana, se ha caracterizado, en los últimos trece años, por su apertura a otros actores mundiales distintos de los Estados Unidos y de los países europeos, además de la  consolidación de la dependencia de países latinoamericanos, con economías inferiores a la venezolana hacia esta. Esta visión, más política que geográfica, fue justificada y explicada  por Hugo Chávez, como dirigida al desarrollo de la nueva geopolítica nacional y regional, latinoamericana y caribeña”. En la práctica, se quiere la reinserción venezolana en América del Sur, en un papel no tradicional; la participación activa en la construcción de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la inserción en el Mercado Común del Sur (Mercosur). Así como también disponer de un mecanismo de integración como la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA). Lo cual debe  permitir poseer un contrapeso mayor, a la principal economía de Suramérica: Brasil. Por otra parte, va destinada a la disputa de influencia comercial y  política con los Estados Unidos y sus naturales aliados: los países europeos.

La explicación de toda esta actividad política y económica venezolana, no la encontramos en estudios sobre las necesidades estrictamente  económicas de Venezuela, ni en las necesidades internas del venezolano común, sino en una multiplicidad de documentos oficiales, que dan las indicaciones geopolíticas venezolanas, por lo cual citaré, únicamente, tres de las muchas existentes, pero que son representativas de las mismas: la primera es “La Nueva Geopolítica Bolivariana, Manual de y el Dicente, Tomo III”, de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad; la segunda es “Efectiva Soberanía y Geopolítica Venezolana”, Programa de Formación de Grado en Estudios Jurídicos, del Ministerio de Educación Superior y, la tercera es “La Nueva Doctrina Militar Bolivariana” (2006), nacida del Plan Sucre, concebido luego del golpe de Estado del 2002, dentro del principio de “librar con éxito una guerra popular prolongada ante la hipótesis de una guerra del imperio contra Venezuela”.
                                               
Todos estos documentos, aunque en apariencia disímiles por sus destinos, contienen tres elementos comunes: primero, la visión de  un mundo multipolar, en el cual las relaciones venezolanas con países antagónicos de los  con los Estados Unidos y Europa (China, Rusia, Irán y Corea del Norte) le aseguran cierta protección, mientras expande sus intereses políticos, hacia Centroamérica y el Caribe (un área de reserva estratégica de los Estados Unidos) y consolida sus intereses económicos, hacia el resto de países suramericanos (área de reserva económica de los Estados Unidos). Segundo: este mundo multipolar sólo es posible “por la crisis del capitalismo” y el desmoronamiento del mismo, por lo cual, es necesario buscar otra alternativa a este modelo económico, que  da el socialismo. Como tercer punto, esta el concepto de “Pueblo-Soldado”, lo cual convierte a la sociedad entera, en un ente político, con estructura y fuerza militar, para la defensa del socialismo como modelo único para Venezuela, con la exclusión  de las distintas vertientes democráticas.

Los efectos prácticos de tal  visión para El Salvador, son la intrusión a la vida económica salvadoreña, por medio del ALBA; el cambio en el pensamiento del militar salvadoreño, hacia el socialismo, viendo en ésta doctrina política el desarrollo de sus principios como militares;  como medio para estos fines, es el apoyo directo a las fuerzas políticas contrarias a sus intereses; por ser liberales, nacionalistas o pro norteamericanas y europeas.

Una forma de presionar a sus opositores,  es fortalecer económicamente  las candidaturas de Salvador Sánchez Cerén (FMLN) y Tony Saca (UNIDAD). La denuncia pública de este hecho, es gracias a la investigación  hecha por el periódico Español ABC, y reproducida por El Diario de Hoy, aunque desde principios del año ya había denuncia al respecto por parte del candidato de ARENA, Norman Quijano. Esta noticia, que se refiere a la venta con sobreprecio del café salvadoreño a Venezuela, para el ocultamiento de financiación política, por medio de ALBA, en realidad no es nueva, pues ya desde el 2009, J. Michael McDonald, encargado de Inteligencia de los Estados Unidos, había advertido en su Informe Anual al Congreso, de la ayuda financiera de Venezuela al FMLN, para un triunfo electoral en El Salvador, una ayuda que según los opositores del gobierno chavista, en las pasadas elecciones presidenciales, había ascendido a poco más de cien millones de dólares y, una parte, entre sesenta y cinco a setenta millones, había ingresado a El Salvador, por medio de maletas diplomáticas venezolanas y bajo el fuero que amparaba a algunos diputados de el FMLN. Relacionando estos hechos, con la presente denuncia de ABC, es posible presuponer que,  el Gobierno salvadoreño de la época (dirigido por el ex Presidente Tony Saca) tenía conocimiento de esta situación, pues en mayo del 2008,   la Cancillería salvadoreña exigiese visa a los ciudadanos venezolanos (Era notorio que en los períodos de campaña, había enfriamiento de las relaciones venezolanas y salvadoreñas, algo manifiesto desde las campañas electorales del 2001 y  del 2002), pero no realizó acciones contundentes para detener tal financiamiento.

El financiamiento para la campaña del ex Presidente Saca, por parte de los venezolanos, permite conjeturar cierto grado de complicidad o arreglo político con el FMLN, aún antes de entregar la Presidencia de la República, pues fue durante su gobierno,  que se permitió el ingreso del ALBA a la actividad económica salvadoreña y, en enero de 2013, luego de que las distintas asociaciones que componen la empresa privada denunciaran la competencia desleal, Tony Saca da su aval a el ALBA como competencia comercial legítima.


El interés venezolano en El Salvador, tiene su razón de ser, en la posición geopolítica del país en el área centroamericana, pues aún es polo industrial y comercial, por su economía dolarizada, y por sobre todo, en el grado de organización territorial que ha expuesto el FMLN, que puede llegar a tener, con la ayuda venezolana,  y su confiabilidad hacia los interese venezolanos y cubanos, actualmente sólo superados por el Frente Sandinista. Por otra parte, la posición desventajosa de la derecha (una empresa privada golpeada por una economía en descenso y una oposición política legislativa anulada y un candidato que pretende dividirla) y muy propensa a la corrupción, presenta un escenario mucho más favorable y atractivo, para extender su área de influencia, que pudiera hacerlo en Honduras y Guatemala.

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