Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
El desaparecimiento de
262 municipios y, la creación de 44, junto a los efectos del prolongado régimen
de excepción (casi 18 meses), han traído consecuencias adversas al proceso
electoral, en el que se encuentra el país. Por dichos efectos, se han creado falsedades
que se aprecian en las diferentes encuestas y, en el trabajo partidario de la
oposición: conveniente es analizarlo.
Por el desaparecimiento
de los municipios, la participación ciudadana, ha perdido interés en el proceso
electoral, favoreciendo el abstencionismo, pues al disminuir la participación
ciudadana local, ésta se centra en las poblaciones que tienen mayor peso
electoral, imponiéndose sobre los municipios pequeños, que pierden interés en
las votaciones, al no sentirse representados por sus candidatos locales.
Este efecto, concentrará
las decisiones políticas, en los grandes centros poblacionales, en los cuales,
la influencia de las redes sociales es mayor, pues existe un distanciamiento humano
o desapego al espíritu municipal. Más aun, si sus identidades municipales son
fuertes o separadas por límites naturales, tendrán mayor distanciamiento en esta
integración política forzada.
Esto estimularía el
abstencionismo, el cual puede incrementarse proporcionalmente; según la
población del municipio extinto, en relación con el municipio principal.
Ejemplo: en el Municipio de Santa Ana Oeste, tendrá una participación política
nula, en Candelaria de la Frontera, San Antonio Pajonal y Santiago de la
Frontera, participación política media en San Sebastián Salitrillo y El
Porvenir, por su cercanía a Chalchuapa, que posee el principal foco poblacional
y es núcleo electoral, de este nuevo municipio. Por lo que se puede concluir,
que el primer efecto negativo del reordenamiento, es el desestimulo electoral.
Este desestimulo, es para
que el oficialismo, pueda utilizar su dominio de las redes sociales, para la
opinión pública, favorable a sus intereses, como medio de control social. El
segundo medio utilizado por el oficialismo, es la presión social creada por el
régimen de excepción, pues en las poblaciones pequeñas, se ve que la política,
ya no se discute, pues hay temor de tener reuniones con tal fin, pues podría aplicárseles
“el régimen”, lo que llevaría a la no participación política o colaboración,
con figuras externas a dicha población.
En conjunto, ambos
fenómenos, alteran el resultado de cualquier encuesta tradicional, la cual se
basa en la sinceridad o concordancia del pensamiento con lo expresado, pues el
régimen de excepción, está creando un condicionamiento social, acorde con la
voz oficial, pues asegura la supervivencia. Este fenómeno, es comparable con
una encuesta hecha en Venezuela, Cuba, Nicaragua, Rusia o China. Escondiendo un
descontento latente, que da origen a la emigración, pretendiendo justificarla,
por la crisis económica mundial.
Esto hace que la actual
elección política para presidente, alcaldes y diputados, no sea una elección
normal, para un relevo de autoridades, sino una elección que recae sobre el
modelo político: autoritario o democrático. Esta situación es entendida, por muchos
analistas y diplomáticos, pero no por el ciudadano común, especialmente, por aquel
cuya participación política, se da en los lugares más pequeños, pues sus
necesidades recaen sobre la alimentación y subsistencia diaria y, no ven una
relación directa, con aspectos ideológicos, aunque su crisis personal, se
derive de la aplicación de dichos conceptos.
Este desentender de la
cosa pública, frente a las necesidades propias, se ve reforzado desde el
Ejecutivo, con ofrecimientos continuos de asistencialismo, el cual no
corresponde a la verdadera subsidiariedad, sino al fin electoral del
oficialismo.
Previo a la inscripción
formal de los candidatos opositores, es necesario que éstos entiendan esta
realidad y dirijan sus campañas hacia la defensa del municipalismo y la
participación ciudadana, en rechazo al régimen de excepción y las medidas
restrictivas del oficialismo.
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