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domingo, 22 de septiembre de 2013

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN, SU PRÁCTICA Y EFECTOS PASADOS, PRESENTES Y FUTUROS


Por             
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 22 de septiembre de 2013.

Este artículo, va dedicado a mis lectores Testigos de Jehová, políticos prácticos y personas en general, que creen que la Teología de la Liberación es una cuestión interna de la  Iglesia Católica y que, nunca ha repercutido ni repercutirá en la política  de un Estado Latinoamericano, y  que me han escrito, expresando su parecer, también a las personas que habiendo sufrido sus efectos, se encuentran preocupadas por el peligros resurgir de la misma.

La teología de la Liberación es una forma de pensar; es una “ideología”, es decir, es concepción particular política y religiosa que pretende obligar al católico a identificarse con su particular concepción y, actuar en la lucha de clases,  planteada por el marxismo. Esta lucha genera, dentro de la sociedad, dos aspectos: uno, de justificación o de coadyuvante moral de la lucha que justifica toda acción con tal lucha relacionada y, el otro, que plantea la “ilegitimidad” de la legítima defensa social frente a su agresor, según establecen los parámetros clásicos del Derecho,  la moral y la justicia social y, según los valores humanistas occidentales y cristianos tradicionales.

Para lograr su propósito (lucha de clases) la teología de la liberación, explica que es necesario establecer primeramente, en qué lugar está Cristo pues así, se puede probar su existencia: si en una sociedad, hay al mismo tiempo pobreza y riqueza material, Cristo no existe en esa sociedad, pues Cristo esta sólo con quienes son pobres materiales ya que el sufrimiento recae exclusivamente sobre ellos. La pobreza material causa a Cristo sufrimiento y, como de éste sufrimiento son sólo culpables quienes tienen la riqueza de que carecen los pobres, Cristo no está con ellos, pues Cristo no está con los ricos sino con los pobres. Es por esta razón,  que la Teología de la Liberación tiene como fin favorecer al pobre, ayudándole  en su lucha por recuperar la riqueza que la sociedad le niega y arrebatársela al que la tiene, es de justicia social y del agrado de Cristo. Para estos predicadores, Cristo no fue divino sino un sentimental revolucionario que pretendió liberar a los pobres y oprimidos del “imperio” romano y está por consiguiente, muy de acuerdo con la lucha de los pobres contra los ricos que propugna la Teología de la Liberación.

La teología de la Liberación dio, a la filosofía latinoamericana, un giro hacia la revolución; cambio que no fue percibido directamente sino por   sus efectos políticos, muy difíciles de identificar aisladamente pues están concatenados a factores sociales que les fueron proclives, pudiéndoseles atribuir erróneamente, otras causas de orden práctico. Es necesario aclarar que los pensamientos del individuo dentro de la sociedad, expresados por medio de sus convencionalismos sociales,  puede modificarse por medio de ideas generales de moral, religión y derecho, inculcadas a la sociedad y es a estos a donde se dirigen los esfuerzos de los pensadores de izquierda;  mientras que los de derecha centra sus esfuerzos en factores meramente económicos,  pensando que la sociedad puede dirigirse exclusivamente por factores económicos y que éstos, acomodarán a los valores éticos, el derecho,  la religión y por último, amalgamarán todo esto dentro de un patrón general de conducta (convencionalismos sociales).

El filósofo marxista cubano, Franz J. Hinkekammert nos plantea en su estudio intitulado: “La Teología de la Liberación en el contexto económico-social de América Latina: economía y teología o lo irracional de lo relacionado”, y dice: “Como tal teología concreta, la teología de la liberación se inserta en la sociedad de América Latina. Comunidades de base, movimientos populares e inclusive partidos políticos, son lugares claves a partir de los cuales se desarrolla esta teología. Al insertarse en la historia concreta latinoamericana, se ubica en lugares concretos de esta historia. No habla solamente en estos lugares concretos, sino que reflexiona la situación histórica a partir de allí para desarrollarse como teología. Por eso, sus análisis están vinculados de manera estrecha con las teorías de las ciencias sociales. No pueden deducir su análisis concreto de sus posiciones teológicas, pero a la vez sus posiciones teológicas no pueden ser independientes del resultado de sus análisis concretos.


En el planteamiento de Franz J. Hinkekammert, la expresión de la “ortopraxis”, en la teoría planteada por la Teología de la Liberación, no basta la correcta forma de pensar (praxis), para el cumplimiento de los principios Cristianos. Para ser cristiano, es necesario aplicar la “ortopraxis” es decir que deben de practicarse hechos al agrado de Cristo y esta práctica dará los principios correctos del cristianismo. Bajo este principio de la “ortopráxis”, nuestras acciones que sean de bien obrar darán como resultado la existencia de Cristo en la sociedad. Para terminar sobre la concepción de la ortopráxis, nos dice siempre Franz J. Hinkemmert:  “No obstante, una teología puede ser pronunciada como tal ya antes de entrar en el análisis concreto y en la "ortopraxis" correspondiente. Como teología, antecede a la praxis. Pero, al anteceder a la praxis, es un conjunto de creencias vacías. La existencia de Dios, su carácter trinitario, la redención, etc., al ser profesados como actos de una fe independiente de su inserción histórica y concreta, no son más que abstracciones vacías que componen una dogmática sin contenido.”

En la Cátedra de Teología,  impartida en la Universidad de Cantabria (España) por el sacerdote Mario Vásquez Carballo (Vicario General de la Diócesis de  Lugo,  la cual se remonta a los orígenes del cristianismo en España durante el siglo I) dice: “Leonardo Boff es uno de los teólogos latinoamericanos más influyentes y discutidos. Reconocido como uno de los símbolos de la TdL, se dice de él que, con un estilo ágil e incisivo, llevó la TdL a las masas populares e hizo de ella un movimiento cultural, religioso y eclesial. B. Mondin constata que, mientras G. Gutiérrez ha sido el padre de la TdL, LB ha sido su principal propagandista.” Sin embargo, Vásquez Carballo no aclara que fue la creencia en la Teología de la Liberación, la que hizo que Leonardo Boff abandonase la orden franciscana y viviera en amor libre con su pareja, dedicándose a continuar desarrollando la Teología de la Liberación como un movimiento social revolucionario,  por lo que podemos decir que él fue una de las víctimas de su propia creación.

Los efectos prácticos de la Teología de la Liberación se hicieron sentir primero por el padre Marie-Dominique Chenu, fundador de la orden de los Curas Obreros y colaborador (su obra teológica sirve de puente entre el Tomismo y la Teología de la Liberación propiamente dicha) pero su “ortopraxis” se dio en el apoyo al Frente Argelino de Liberación Nacional y la inclusión de miembros de ETA en el encuentro pre – liberacionista en Coire, Suiza en 1969. Así mismo los Padre Blanguart (Frances) y el Padre Gutierrez (Colombiano) introducen el término “Teología de la Liberación o Revolución” para los pueblos de Latinoamérica y los territorios aún bajo una dominación colonial.

En mayo de 1968 en París, se dieron las pláticas “Cristianismo y Revolución”, en las que participaron el Padre Blanguart (Dominico), el Padre Michael de Certeau (Jesuíta) y allegados al grupo PAX (católicos pro soviéticos),  que desarrollaron los principios de la Conferencia Cristiana por la Paz, celebrada en Sofía (Bulgaria) en 1968,  que planteaba los proyectos revolucionarios de Iberoamérica. Posteriormente, en la Habana, en 1968, el Padre Blanguart, proclama la “nocividad del imperialismo”.

Como consecuencia de esto,  las órdenes Jesuita y Mariknoll, en Latinoamérica fueron propagadores activos de la Teología de la Liberación, y fuertes colaboradores en la organización subversiva latinoamericana, creando las Comunidades de Base, para luego crear un paralelismo con las organizaciones insurgentes,  y que luego, fueron su fuente de reclutamiento.

En Chile,  constituyeron la base para la creación de los cinturones obreros en derredor de Santiago, un pilar revolucionario de Allende. Proceso que se repite en todos los países latinoamericanos y, refiriéndose a El Salvador, fueron agentes de correo entre los insurgentes locales y las fuentes de abastecimiento en el exterior.

El socialismo del Siglo XXI, ha tomado los elementos sociológicos de la Teología de la Liberación para fundamentar el Chavismo y la lucha anti imperialista latinoamericana.  Sus sustentadores aún persiguen la destrucción de sus antiguos oponentes durante la Guerra Fría; además, de provocar una pérdida de la fe en el catolicismo latinoamericano; especialmente, en los países en donde hubo insurgencia y fue el clero  particularmente vulnerable a esas ideas, por lo cual cabe citar a El Salvador, en donde la población, mayoritariamente Católica (poco más de un 90%), bajo a un 37%, como efecto de la lucha insurgente, pues el católico encontró una vía de escape a su ansia  de fe Cristiana, en el Protestantismo, el cual sólo le exige la fe en Cristo, sin la exigencia de ser al mismo tiempo un revolucionario.


Un especial reconocimiento al Dr.  Jorge Giammattei Avilés,  pues sin los libros de su biblioteca personal,  no me había permitido ahondar en mis investigaciones sobre la  Teología Católica y sus efectos en la sociedad salvadoreña.

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