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miércoles, 9 de marzo de 2016

¿EL ESTADO DE SITIO REPRMIRÁ A LAS MARAS O A LA SOCIEDAD?


Por    
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 9 de marzo  2016.

El Estado de Sitio restringe  la libre circulación  en el territorio nacional, la libertad de expresión y de asociación pública, pero da libertad al Estado,  para  capturar y detener  a voluntad, hasta por quince días. La sociedad clama hoy, para detener la ola de asesinatos mediante el régimen de excepción, pero sin considerar las limitaciones que, para ella implicaría, tal régimen: la sociedad no podrá expresarse libremente y mucho menos, manifestarse por la corrupción estatal, por sus planes de apoderarse de los fondos de los trabajadores, y menos aún,  exigir al Gobierno el cumplimiento de la ley salvadoreña, frente a las extradiciones solicitadas por España y no podrían  señalarse los desatinos del Gobierno, en el incumplimiento de sus obligaciones: pago de pensiones, agua potable, seguridad alimentaria y reclamos públicos, por la omisión de sus obligaciones económicas.

Se ha luchado en la Asamblea Legislativa, para evitar  una ley mordaza, impuesta por el Gobierno a los medios de comunicación y las redes sociales, y una de las promotoras de estas leyes restrictivas,  la Diputada Presidenta  Lorena Peña dijo con alegría, que se restringiría la expresión por correos electrónicos y en las redes sociales. No debe olvidarse que sin la libertad de expresión, no se hubiese podido descubrir los casos de corrupción gubernamental, ni las pretensiones de apoderarse de los fondos de pensiones. El único recurso legal que tendríamos, en tal situación, sería la voz del Procurador de los Derechos Humanos y, ya sabemos cómo este funcionario,  está parcializado. Y si esto no fuese suficiente, tendría que ser sujeta a autorización,  toda actividad de índole partidaria, aunque ésta fuese realizada  en la sede del partido político.

En diciembre pasado, el General David Munguía Payes,  dijo que la Fuerza Armada estaba llegando al límite de su capacidad operativa y ahora, para poder incrementar esa capacidad tiene que llamarse a la reserva, lo cual implica un refuerzo presupuestario para el cual, el Gobierno no tiene de donde sacarlo, a no ser que dejen de pagarse las pensiones del IPSFA, IMPEP e ISSS y  a los proveedores -como es manifiesto que son las intenciones futuras del Gobierno-, y también solicitar más créditos.

Si la delincuencia no ha disminuido, es porque las medidas contra ella, son sólo  esfuerzos para “disuadir a las maras de ocupar los espacios públicos”, pero las órdenes y coordinación de los pandilleros, provienen de las cárceles y, sus acciones territoriales, son la implementación de dichas órdenes. Para frustrar estas acciones, bastaría aislar a los cabecillas, rompiendo sus estructuras de mando y anulando su capacidad operativa. No se hace así: se desvía la atención y responsabilidad hacia los que no la tienen.  

El control territorial de las pandillas no puede recuperarse en un mes, ni aunque desplieguen a toda la Fuerza Armada junto a la PNC,  pues los grupos de pandilleros que se desplazan en la línea fronteriza  con Honduras y, que merodean las zonas volcánicas, presentan un escenario muy similar al que hubo en nuestro pasado conflicto armado, con la variante de que sin una línea de abastos desde el exterior, no es sostenible la lucha y no puede haber combates generalizados,  pero sí asegura la persistencia de estos grupos.

El número de homicidios es muy alto, y ha sido posible porque se pactó con ellos desde el inicio del Gobierno de Mauricio Funes y se les ha dado prerrogativas tales, que les han hecho creer que pueden considerar su propio patrimonio al Estado de El Salvador y  que por consiguiente, los salvadoreños estamos en servidumbre, sometidos a su autoridad. Revertir tal condición, será muy difícil  y mucho más, en el corto lapso de un mes y esto pudiera ser el pretexto para un Estado de Sitio de tiempo indefinido.


El peligro que se nos presenta  es que, ese poder que esperamos, se ejerza contra las pandillas, se vuelque contra quienes han sido señalados, por Salvador Sánchez Cerén, como desestabilizadores de su Gobierno, en referencia directa hacia la Empresa Privada y contra quienes escriben señalando los desatinos del presente Gobierno,  porque de ser así, el Estado de Sitio, volveríase en favor de las pandillas, generando una mayor crisis humanitaria y económica.

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