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martes, 9 de julio de 2013

LA DEUDA PÚBLICA Y SU ORIGEN, LA SUBSIDIARIEDAD


Contestando a uno de mis lectores, defensor del ALBA y de su idea de asistencia pública.
Por             
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 9 de julio de 2013.

La asistencia pública, en cualquiera de sus formas, es aplicación propia del principio de subsidiariedad, el cual, debe ser sufragado por el Estado, salvo que, en cada caso, hubiese fuente de ingreso propia del Estado y alejado de los impuestos, como sucede con ANDA, CEL, CEPA y lo que antes fue ANTEL. De no existir el medio de propia subsistencia, el Estado, debe cubrir tal deficiencia y, al con contar éste con los fondos necesarios para tal fin, se ve obligado de contraer una deuda que se califica de pública, por que atañe a toda la nación. Es por esta razón por ser problema nacional,  que creo conveniente abordar el tema.

El filósofo español, Antonio Millan Puelles, en su obra “La función subsidiaria del Estado”, dice que el problema clave de la convivencia humana dentro de la sociedad, es la armonización  de la libertad humana y orden social, según las normas universales del Derecho Natural: “el Estado tiene siempre la obligación de ayudar, a veces, el Derecho y el deber de suplir pero, nunca suplantando las actividades propias de los ciudadanos”.

La “armonía social”, es el acoplamiento de las partes del todo para el logro de un mismo fin; en el caso de la subsidiariedad, el fin común es el progreso de la sociedad: en lo económico, en lo político y, en lo social. Este progreso es más que un mero equilibrio de las distintas fuerzas sociales, como el que se busca en la política cotidiana en nuestro país; no se trata de calidades o fuerzas que se anulen entre si, como extensión hacia la economía y las fuerzas sociales de las teorías jurídico-políticas del sistema de pesos y contrapesos. Es más bien, la complementación de las cualidades sociales y, es porque la sociedad, no esta constituida por individuos aislados que se agrupan y que el Estado cohesiona, como lo afirma la teoría liberal. Es, realmente, el conjunto de pequeñas asociaciones que, en conjunto solidario, en derredor de un interés común, conforman una  sociedad más grande, más numerosa y a la que denominamos Estado. Así lo expone Gustavo Tribon, en su obra “El equilibrio y la armonía”, en la cual trata de las verdades inmutables y objetivas de la sociedad.
Para complementar el pensamiento de Gustavo Tribon, leemos al jurista, sociólogo y moralista austriaco Johannes Messner, que explicando este tema dice que el principio de subsidiariedad, no es más que la expresión de un hecho: la personalidad humana sólo puede llegar a su pleno desarrollo (realización) con la actuación de su libertad y el complemento de su responsabilidad, de manera que la mejor movilización posible de las facultades individuales, hará progresar el bien común, en la mayor medida posible, siempre y cuando el Estado acierte a su coordinación. Johannes Messner resume, tal pensamiento, con la formula: “tanta libertad como sea posible como sea posible y tanta reglamentación como sea necesaria”.
Esta libertad posible, la ejercerán los miembros de la sociedad por sus cuerpos intermedios (agrupaciones sociales y naturales) la reglamentación, será la que subsidiariamente establecerá el Estado para coordinar, vigilar, impulsar y ayudar la actividad social. En su aspecto económica, esta concepción da lugar a “la economía social de mercado”, pero ocurre que tanto como nuestro medio, como en toda Latinoamérica y aun en Europa, existe la tendencia a que el Estado intervenga hasta en la vida intima del individuo, so pretexto, de protegerlo, ahogando,  por dicha protección la iniciativa individual y la posibilidad de progresar por si mismo, esperándolo todo del Estado por vía de la asistencia pública. Para cubrir esta asistencia pública, y ante la falta de recursos, el Estado se ve obligado al endeudamiento, pero no aclara a la ciudadanía que,  dicho endeudamiento lo contraen todo los ciudadanos. El problema del asistencialismo estalla cuando el Estado carece de fondos para sostenerlo y no tiene capacidad para solventar la deuda pública y, hay una supresión de lo que se considera “Derechos inalienables y personalísimos”,  conferidos por la sociedad, por el sólo hecho de ser, ser humano perteneciente a uno u otro Estado.

De manera impositiva, el Estado exigirá los impuestos, con el producto de los cuales, podrá obtener los recursos necesarios para desempeñar sus funciones dentro del marco antes descrito. Verse obligado al reparto proporcional de estas cargas impositivas (el reparto proporcional lo determina la capacidad de pago de cada contribuyente o bien, según sea el disfrute del servicio público del usuario y dentro de la justicia distributiva).

En materia presupuestaria el Estado ha de proveer, en lo posible al reparto proporcional de los ingresos, a la elevación del nivel de vida y, al mantenimiento de un orden estructural equilibrado entre los diversos sectores y grupos sociales y, todo esto con la administración “proba y productiva” de los impuestos. Debe haber siempre una relación ingreso-gato público y, sobre todo, muy importante que haya, una relación armónica entre el poder público (que a su cargo tiene la reglamentación económica) con la productividad, tal como la recomienda Max Weber en su obra “Historia económica general”.

En la realidad salvadoreña y, que es la misma que es la misma en los países Latinoamericanos,  el Estado ve en la actividad privada, fuente inagotable de recursos y, bajo el principio de la “distribución proporcional de lariqueza”, pretende expoliar (robar) el trabajo individual. Así lo expone claramente Frederic Bastiat en su obra,  la ley. El gobernante,  carente de riqueza personal, se apropia de la ajena y distribuye, entre los desposeídos,  lo que no le pertenece, evitando, para poder hacerlo, los naturales controles propios del Estado: Corte de Cuentas de la República y el Departamento de Probidad, de la honorable Corte Suprema de Justicia, evitando o minimizando de este modo, si se comprueba, el repudio de la opinión pública.


El ALBA no es más que una estrategia disimulada del  asistencialismo público, la que va destinada a suplantar la actividad privada, generadora del desarrollo natural de nuestra Nación. Su desnaturalización proviene de dos fuentes: el ser  propiedad privada y su  fin desde todo punto de vista, no natural, que es la asistencia pública. Se ha creando un ente económico hibrido, con  función política, sin debidos controles,  lo cual, tras un beneficio inicial para la población, creará un mercado cautivo, por la anulación de su competencia; por otra parte, si esta relación, hoy privada, se vuelve pública (como es el objetivo del ALBA, según sus estatutos), crearía una deuda pública de monto inimaginable, lo que con el tiempo, sólo beneficiaría a los dueños de la deuda (Venezuela) y se lograría su objetivo GRANNACIONAL,  que es aumentar su área de influencia,  lo cual equivaldría de ser un satélite de Venezuela.

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