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sábado, 11 de noviembre de 2017

LA POLÍTICA EXTERIOR SALVADOREÑA Y EL TPS

LA POLÍTICA EXTERIOR SALVADOREÑA Y EL TPS


Para poder entender la causa de la pérdida de los  TPS para el área centroamericana, débense apreciar las políticas exteriores  y las condiciones internas de cada país, pues  la decisión de los Estados Unidos, sólo es reflejo de nuestras políticas internas, en relación con los efectos e intereses de dicho país.

Pueden definirse los Gobiernos Centroamericanos  como “premodernos”- según la clasificación que nos presenta el diplomático británico Robert Cooper  en su obra “El imperialismo liberal”-. Estos Gobiernos son los que, incapaces de tener control sobre grupos o facciones son o están, por convertirse en escenarios de luchas internas que escapan a su control y, por lo que para sus ciudadanos, ya no es  opción de vida  el residir en sus países.

El  polo de Centroamérica es el Triángulo Norte: allí se concentra la mayor inestabilidad de la región y  es el origen de la emigración hacia los Estados Unidos. Guatemala,  Honduras y El Salvador, tienen zonas controladas por el narcotráfico y las maras,  lo cual obliga a sus habitantes a emigrar,  creando canales de posible infiltración terrorista,  creando una carga social y política al país que les acoge.

Los Gobiernos de la región,  no tienen la intención ni la capacidad de controlar y evitar sus problemas internos; indirectamente los trasladan hacia otros Estados, por conducto de la emigración, y si se le agrega una política exterior hostil hacia los Estados Unidos, es natural pensar en una “política de contención regional”,  siendo sus primeros signos,  la cancelación del TPS y restricciones a la ayuda económica.

La inestabilidad de Centroamérica induce a la cancelación del TPS. Nicaragua,  como el país más estable de la región, parece que está a punto de entrar en una espiral de tensión interna, debido a la falta de espacio político y la apatía creciente del votante. Guatemala ya dio los primeros signos de inestabilidad futura,  que denota su corrupción, apatía y la influencia de la izquierda radical.

El Gobierno salvadoreño,  no busca  la estabilidad interna: alienta la emigración al pactar secretamente con las pandillas. Profundiza la crisis económica, restringiendo la libre iniciativa privada y aumentando impuestos. Como efecto indirecto de sus políticas internas, crece la emigración hacia los Estados Unidos. Mientras que la Cancillería salvadoreña entretanto, se convierte en el eje diplomático de la estructura geopolítica del ALBA contra Estados Unidos  y ridículamente, le solicita un trato solidario para con sus emigrantes.

La infiltración del narcotráfico, en la economía salvadoreña, son tan notorios para los sistemas bancarios internacionales,  que se han endurecido los parámetros que se exigen a El Salvador, en tal sentido, como país dolarizado, hasta considerar de hecho, que todo dólar que entra al sistema financiero es  posiblemente, de lavado de dinero, sobre todo si los mismos funcionarios tienen relación directa con el narcoterrorismo. 

La apatía del votante y una amenaza de fraude electoral superior  al anterior, son una amenaza de inestabilidad en Nicaragua y El Salvador,  que se traduce en una mayor amenaza para los Estados que recogen, de manera permanente o transitoria, nuestra emigración. Los países a los que Centroamérica puede hoy afectar, han procurado combatir la corrupción interna de esta región, sin lograr avances, pues su existencia se basa en la misma corrupción nacional y los funcionarios están comprados por el narcotráfico.


El sólo señalamiento de la corrupción de los presidentes centroamericanos es un indicador de la falta de transparencia y la inaplicabilidad de los principios de Buen Gobierno,  que caracteriza a Gobiernos estables e institucionalmente sólidos. Los Gobiernos centroamericanos son proclives a mayores crisis internas, al priorizar sus intereses ideológicos históricos y corrupción, sobre los intereses nacionales.

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