Por
Lic.
Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La
publicidad gubernamental en El Salvador, está dirigida a tres conceptos
básicos: la deshumanización de una parte de la población, denominándola
“insociable” y perjudicial para el Estado, la justificación internacional del
uso de la fuerza, para identificar el orden a base de fuerza con la justicia y,
el endiosamiento de Nayíb Bukele. La conjunción de estos tres grandes temas,
hace posible la deconstrucción de la Constitución y la justificación del
autoritarismo actual.
La
deshumanización de las Maras, ha permitido el excesivo uso de la fuerza del
Estado, sin que sus efectos negativos, sean sentidos por la población y
aceptado, un régimen de excepción perpetuo, favorecedor de la propaganda gubernamental,
en la alienación social. Además, crea la amenaza de un enemigo, que justifica
el uso permanente de la Fuerza Armada como garante de la Seguridad Pública, en
detrimento de la PNC y las funciones Judiciales.
Para
acallar los señalamientos internacionales, sobre esta forma de autoritarismo, se
ha llevado en el extranjero, una campaña, expresando que el orden y la
justicia, son consecuencia del uso de la fuerza, por lo que, no es necesario el
cumplimiento de la Ley, si lo que se pretende es la justicia, de forma
expedita.
Hacer
propaganda, atribuyendo el nacimiento de Bukele a una acción divina, para
cumplir una función redentora, en El Salvador y, poner su figura en alfombras
religiosas, va tendiente a equiparse con Jesús; sus acciones no tienen réplica:
cumple una función divina. Atribuirse un destino divino, es común entre los
autócratas mesiánicos.
La
deshumanización de un grupo social, es previo paso a crímenes de Lesa
Humanidad, pues la moral y el convencionalismo social, ya no se aplican, por lo
que la tipificación jurídica que se le dé, solo refuerza su separación social.
Así comenzó el proceso de deshumanización judía en la Alemania nazi y, esa
misma deshumanización, pero alentada por “La Estrella Roja” soviética,
incitaron y justificaron las violaciones a los Derechos Humanos en la población
alemana, al final de la Segunda Guerra Mundial. Esta misma des humanización la
hemos visto en Bosnia, en el conflicto palestino-israelí y hoy, en Ucrania.
La
única presión efectiva contra el autoritarismo del Gobierno, viene de la
condena internacional, porque la fragmentación de la oposición, la
incomprensión de las estrategias de Bukele y, lo rápido con que han cambiado
las instituciones del Estado, hacen muy difícil desarrollar estrategias para
contenerlo. Por esta razón, su propaganda externa, va centrada en el espíritu
de justicia, el cual es entendido por todos, pero no menciona que, para ello,
es necesario la inseguridad jurídica y que los fines que persigue, son los
propios y no, los de los intereses nacionales. La justicia puede lograrse sólo,
por la aplicación del Derecho, en el cumplimiento de sus procedimientos, no por
el arbitrio de una persona.
Crear
videos sobre Bukele, atribuyéndole su nacimiento a un designio divino, para
cumplir una misión nacional, hacer que su imagen sea puesta en una alfombra,
donde pasará el Santo Entierro o utilizar imágenes religiosas, con rostros de
opositores, como santos patrones de los mareros (ya señalados de insociables) o
iluminar una iglesia con la imagen de Jesús, pero con claros mensajes
subliminales sobre el papel divino de Bukele, solo buscan el endiosamiento de
su imagen, para que sus acciones, se vean como actos divinos. Esta forma de
pensar, puede observarse en la familia Kim, de Corea del Norte o en la creencia
de Hitler, que cumplía un designio divino, para la superioridad aria o Hussein,
para el nacionalismo iraquí.
Sólo
los salvadoreños unidos, podemos entender y detener estas locuras: son amenaza
para la existencia de nuestra Nación.
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