Por
Lic.
Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Los
Acuerdos de Paz de 1992, establecieron dos premisas que han dado al país, la
estabilidad necesaria, para desarrollarse con cierta estabilidad: la no intervención
en conflictos supranacionales y la apoliticidad real, jurídica y efectiva de la
Fuerza Armada. La alteración de estas dos premisas políticas, la sufrirían desde
el más humilde trabajador informal, hasta las mayores estructuras económicas
empresariales; pues se alterarían el orden económico y el equilibrio político en
el que éste se basa.
El
Régimen de Excepción indefinido e injustificado, implica el uso político de la
fuerza: la Fuerza Armada y la PNC, forman un solo cuerpo, al servicio de los
intereses del Gobierno, estableciendo un sistema de coacción ilegítima, que
destruye la libre iniciativa y aleja todo bienestar económico. El régimen de
fuerza, absorbe recursos, atrae objeciones internacionales y restricciones
económicas, por lo que éste régimen busca su sostén, en la lucha geopolítica de
las grandes potencias, en vez de fundamentarlo, en la gobernabilidad y
estabilidad nacional.
Las
obras “Eurasia y América en un mundo multipolar”, de Andrés Serbin y
“Sudamérica Futuro” de Bruno Fornillo, nos dan la idea del visón de los gigantes
ruso y chino, sobre los pigmeos latinoamericanos y como contrasta, con la
visión de Estados Unidos, para la región: una unión comercial entre las
américas. Por lo que deberíamos estar alineados, con el bloque democrático, del
cual Estados Unidos es parte y, con el cual compartimos valores republicanos.
Rusia
y China ven en Latinoamérica, dos elementos críticos, en la lucha geopolítica:
1) acceso a recursos y mercados 2) profundización del sentimiento antinorteamericano.
Lo primero les asegura un comercio ágil, con materias primas baratas: permitiendo
el debilitamiento del bloque occidental (Estados Unidos y Europa), luego del
rompimiento del sistema globalizado. Aprovechar el impuso antiyanqui de la
Guerra Fría, mantenido por la izquierda latinoamericana y, lleva intereses
hostiles, a la frontera sur de Estados Unidos, en alianza con los países que
conforman el BRICS.
En
Centroamérica, encabezan esta tendencia Nicaragua, El Salvador y Honduras.
Pudiendo observarse que, como consecuencia de su deterioro político-económico, vuélvese
inhabitables sus países, obligando a que sus habitantes migren hacia Estados
Unidos y Europa. El autoritarismo de estos países, ha encontrado apoyo en los
intereses rusos y chinos, como un contrapeso a la hegemonía norteamericana: que
por tener intereses en otras zonas críticas del mundo, no ha prestado la debida
atención, a la hostil penetración en Centroamérica que, al apoyar el
autoritarismo, estimula la emigración, problema directo para Estados Unidos.
El
recibimiento en la Asamblea Legislativa, del Embajador concurrente de Rusia
para Centroamérica, acompañado por un alto miembro de la Duma (parlamento ruso)
y allegado a las ideas ultranacionalistas y expansionistas, muestran su interés
en los recursos naturales no explotados en El Salvador, demostrando el interés
geopolítico en nuestro país. Igualmente, los acuerdos secretos celebrados por
El Salvador con China continental, demuestran el interés sobre nuestros
recursos en el mar territorial y, su plataforma continental. Todas estas
relaciones resultan ser sólo de provecho para el Gobierno, en detrimento de la
soberanía e intereses nacionales.
Ningún
país debe imponernos condiciones sobre con quien relacionarnos, China nos impuso
romper con Taiwán, nuestro aliado tradicional; ahora el TLC con Taiwán ha
finalizado. El salvador debe recuperar su soberanía y mostrarse aliado de los
países democráticos, pues de allí, vendrá nuestra prosperidad económica.
La
bonanza china y rusa, es gracias al comercio globalizado, en libre explotación
de sus recursos naturales, ahora pretenden encerrarnos en una nueva cortina de
hierro, y por eso dan su apoyo al Gobierno autoritario y no, a la nación
salvadoreña.
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