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lunes, 10 de noviembre de 2014

EL DÍA EN QUE FRACASÓ POR LA VÍA DE LAS ARMAS LA TOMA DEL PODER


Por     
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 10 de noviembre de 2014.

La ofensiva “Hasta el Tope”, que se dio el 11 de noviembre de 1989, había sido largamente preparada desde 1988, pero sólo, puesta en marcha, a raíz, de las fallidas negociaciones entre el Gobierno salvadoreño y las fuerzas insurgentes, realizadas en  el Convento de las Hermanas Clarisas, en Moravia (Costa Rica), los días 16 y 17 de octubre de 1989. Un día después, se acuerda, en la frontera entre Nicaragua y Costa Rica  (bajo la protección de las autoridades policiales costarricenses) efectuar la ofensiva, bajo el concepto estratégico – político del Frente Unido, que establecía, el  agrupamiento de todas las fuerzas afines al comunismo y, por consiguiente, contrarias al Gobierno salvadoreño, en unión de permanente  coordinación,  aún en el caso de que no se lograse la toma del poder por la vía de las armas, y aunque se hiciese necesario, cambiar  la lucha, de armada a política, pero siempre un frente único.

Dos componentes tenían que aunarse: el político y el militar, reunidos para un mayor efecto,  pero agregando elementos nuevos no usados en el conflicto en forma directa. Lo novedoso, en la parte militar, implicó la entrega, de Misiles Tierra Aire, por parte de Nicaragua, para neutralizar el apoyo y abastecimiento de las tropas de tierra, por vía aérea. Por otra parte, planteaba la incorporación de los frentes de masa, como elementos armados y, contando con que las Comunidades de Base, de la Iglesia Católica, se unirían al levantamiento, como fuerzas de apoyo y de retaguardia.

En cuanto a la parte política, se trataría de  deslegitimar  el ejercicio del poder por parte del Gobierno salvadoreño; además,  la izquierda había planteado en sus análisis, que existía un divorcio entre ARENA y la Fuerza Armada de El Salvador y, que esta separación, sería potenciada por la intervención internacional (especialmente de las fuerzas demócratas de los Estados Unidos), gestión dirigida por los seguidores de la Teología de la Liberación, en una relación muy cercana con las FPL (los sacerdotes jesuitas de la UCA, dirigían este movimiento), procurando replicar las condiciones del Golpe de Estado del 15 de octubre de 1979 -Algunos de estos conceptos pueden apreciarse, en la obra intitulada “Historia y Debates sobre el Conflicto Armado Salvadoreño”, Coordinado por Jorge Juárez Ávila y publicado por la Universidad de El Salvador, en asocio con la Fundación Friedrich Ebert-.

Confiaba la insurgencia, en poder sembrar la duda, a nivel internacional, sobre la legitimidad del Gobierno y su capacidad de resistir a la insurgencia, particularmente, en el Gobierno de los Estados Unidos, para que éste, cesara su ayuda a El Salvador, y acelerara los procesos de cese de hostilidades, ya iniciados  por Gorbachov desde 1988.  De forma gradual, pero sin interrupciones, la URSS fue comunicando a sus frentes de lucha, el fin de su apoyo militar y económico, para  Fidel Castro y los sandinistas nicaragüenses en América Latina; y también, en  Angola,  Mozambique y en Etiopia. Todos estos frentes de lucha revolucionaria, recibieron la noticia de que no habría más ayuda, ni militar, ni económica, ni diplomática,  ni aún en posiciones ya ganadas, como Vietnam.

Fue un intento desesperado de la insurgencia, la ofensiva “Hasta el Tope”. Tenía como objetivo la toma del poder por la vía de las armas, realizando una combinación de fuerza y negociación,  que llevó a la insurgencia, a la desarticulación de sus frentes de masa y a la muerte de 1,526 combatientes, y de 1,109 heridos, de una fuerza que era de 12,500 hombres, apoyados por 18,000 miembros de las organizaciones de masa. Las FPL tenían sólo 5,000 combatientes pero eran la fuerza mayor pues, de todo el movimiento guerrillero, sumándole aún un estimado bastante generoso de 80,000 “simpatizantes”, carecían en sí, de la legitimidad necesaria, y solo les asistía  el poder de las armas y el peso internacional de las organizaciones de apoyo a estas fuerzas.

Por  lo contrario, la Fuerza Armada sufrió de 53,000 efectivos, 446 bajas y 1,228 heridos. Apreciando  la relación de fuerzas – bajas; la insurgencia perdió un 8.63% de sus efectivos y la FAES, sólo el 3.15%, lo cual determina quien tuvo la supremacía sobre el terreno, al finalizar la ofensiva,  y sin contar con que la insurgencia, no pudo reestructurar sus frentes de lucha ni reponer sus bajas.

La mayoría de libros escritos por la Izquierda y en los que se estudia este tema,  dan gran importancia al desarrollo de las organizaciones revolucionarias en  El Salvador y a las diferentes fases habidas dentro de la insurgencia, pero no ahondan, sobre la ayuda internacional recibida o, sobre el origen de los abastecimientos militares  y fondos que las sostuvieron, aunque quedo dicha ayuda, evidenciada claramente, con el armamento soviético y las armas norteamericanas, tomadas de las dejadas en Vietnam, que luego de dicho conflicto,  fueron usadas por la insurgencia, en suelo salvadoreño. Aún se conserva en las Naciones Unidas, un Misil Tierra Aire, presentado por nuestro Embajador ante dicho organismo, como  prueba de la globalización de nuestro conflicto armado. Se menciona la participación de la Iglesia Católica, resaltando el papel de quienes formaban parte y predicaban la Teología de la Liberación, pero no se mencionan de las acciones diplomáticas de los enviados del Papa Juan Pablo II, en relación con el conflicto mundial de la Guerra Fría.

La Izquierda asegura que fue el gran capital salvadoreño, el que obligó a una negociación, juntamente con  la imposibilidad del Gobierno, de continuar  la lucha armada frente a una insurgencia fuerte y victoriosa. Internamente, el Gobierno y la empresa privada valoraron, que para poder desarrollar el país, se necesitaba un clima de paz; sin embargo,  si el Gobierno de El Salvador no hubiese aceptado las negociaciones  por parte del Gobierno, éstas hubiesen sido impuestas,  dado el fin mismo de la Guerra Fría. Sólo el grupo cívico de la Cruzada Pro Paz y Trabajo, hizo público, su posición de  no negociar con el FMLN, luego de la ofensiva de 1989, llamando traidores  a la delegación de negociadores del Gobierno;  mientras, todo el aparato propagandístico de la Izquierda, clamaba por la paz, por la insostenibilidad de la lucha armada, siguiendo los principios del Frente Unido. Ya el fin de la guerra en Nicaragua había llegado desde 1988, pero por la dimensión y la complejidad  del conflicto armado en El Salvador,  se firmaron  hasta 1992, los Acuerdos de Paz


En el contexto de la Guerra Fría, la ofensiva “Hasta el Tope”, fue la última acción militar relevante en América Latina, y a todos los Señores Jefes, Oficiales, Clases, Tropa y personal civil que combatió en esos días, bajo la bandera de El Salvador, cabe el orgullo de haber participado en las postrimerías de la Guerra Fría, deteniendo el último intento de toma del poder, por  vía de las armas en Latinoamérica, en un proceso iniciado en suelo Latinoamericano, con el fallido asalto en Cuba, al Cuartel Moncada, en 1953. GLORIA A LOS CAÍDOS POR LA PATRIA.

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