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lunes, 9 de mayo de 2016

TRES CORRIENTES POLITICAS Y SU EFECTO EN LAS PANDILLAS

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Por    
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra       
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 9 de mayo de  2016.

Vívese actualmente en El Salvador, conforme a tres praxis políticas, cuyo análisis permite vislumbrar algunos sucesos futuros. Estas tres corrientes de pensamiento, basan su estructuración en el constante debate ideológico, frente a la realidad existente y los objetivos trazados. La primera corriente es  la del partido Gobernante, la segunda, corresponde a la oposición, claramente definida y, la tercera, a la de los socialistas disidentes.

Mantiene el partido Gobernante, la misma estructuración de fines y objetivos revolucionarios perseguidos desde 1962, año en que se decidió la expansión revolucionaria en Centroamérica, y que se ha desarrollado en cuatro fases: primero la subversiva, concebida en 1962, segunda, la lucha armada, definida en 1975, tercera, la toma del poder, estructurada entre 1988-89,  y cuarta, la consolidación en el poder, planificada desde el 2006.

Conveniente es para un correcto análisis atender, no a la fecha de realización  de los objetivos, sino a su concepción, planeación y definición teórica pues, a partir de allí, habrá una constancia en la que el tiempo no importa. Una vez trazados los objetivos, son inamovibles para serán los dirigentes futuros, estableciéndose, en la praxis política, una línea continua y firme.

Se encuentran hoy esta corriente, en la fase de consolidación, por lo que el poder económico, es decisivo en su arsenal político; más,  debido a su poca o ninguna capacidad empresarial, en todo antagónica a su lógica política, no ha podido, dicho poder, desarrollarse a plenitud. Creadas al amparo del dinero del ALBA, sus empresas sólo pueden subsistir al amparo del Estado y éste, por esa razón, ataca furibundo a la empresa privada, pretendiendo anularla, tildándola de enemiga política,  persecución que puede arreciarse en los próximos meses. El Gobierno considerará como su enemigo político, a todo movimiento, gremio o persona, que exprese una opinión contraria. Esta pétrea forma de pensar, no toma en cuenta la realidad económica y social imperante y, sus acciones, sólo empeoraran la situación nacional. La revisión de objetivos, sólo se hará, si se logra el control absoluto del Estado o se pierde el poder.

La segunda corriente es la de la actual oposición al Gobierno: la conforman todos aquellos que fundan sus ideas en los principios de libertad y de la propiedad privada. Algunas veces esta corriente, conformada por la mayoría de los salvadoreños, es fragmentada y discontinua en el tiempo, pues en diferentes momentos históricos, cambia su curso y modifica sus fines y objetivos, cambios que no serían trascendentes, si no existiese un enemigo que pretende destruirla, para crear una nueva realidad.

Esta corriente, seguida por la mayoría de los salvadoreños, es fragmentada y discontinua en sus acciones, estableciendo fines y objetivos de muy corto plazo, según sean las necesidades del mercado, ignorando cualquier amenaza de mediano y largo plazo. Sus acciones responden a las necesidades individuales y no, a las de la mayoría, lo que  les impide enfrentar convenientemente, cualquier amenaza común; reacciona cuando el peligro es patente para todos y, aún en esos momentos, no es clara la unidad de acción, porque algunos ven, en tal circunstancia, la destrucción de sus competidores internos  y, cuando hay debate, éste es superficial,  y públicos los ataques personales, con gran resonancia en los medios, lo que no abona  la unidad política, frente a un enemigo cohesionado y se procede así, dando  falsa apariencia de relevancia política.

La fragmentación y discontinuidad, han sido por causa de no fijar objetivos comunes ni definir planes coordinados de acción, a mediano y largo plazo, como resultado de un debate ideológico y de la aplicación de los principios de libertad, motivando las alianzas temporales, sostenidas sólo en momentos coyunturales. Esto aclara la causa de que la Izquierda tuviese la capacidad para ascender al poder: aprovecho los errores de los gobiernos de ARENA y hoy busca consolidarse, no obstante su galopante desgaste, aprovechando las divisiones existentes en el gran empresariado, el cual se ve en la disyuntiva de colaborar con quienes buscan su destrucción, pero que les permite tener utilidades a corto plazo o, sacrificar éstas, en favor de una estructura política no sólo minoritaria, sino también, sin visión política.

La tercera corriente es de la izquierda que no gobierna: ha ido formándose lentamente desde la transformación del FMLN en partido político, a partir de 1992. Su origen está en las rivalidades personales nacidas de las preeminencias de las organizaciones que conformaron el FMLN guerrillero y, a las que se han unido, otros grupos de izquierda, ajenos al movimiento armado.

Esta tercera fuerza, por su concepción ideológica y conveniencia, ve en las maras un segmento social, pero “excluido”, con el cual ha creado afinidad: grupo misántropo, cuyo actuar cotidiano es la transgresión del sistema normativo que nos rige. Mauricio Funes fue el primero que vio en este sector social, un potencial político y quien tomó  contacto directo con él, durante su campaña electoral y con la anuencia del ex - Presidente Saca, que consideró que era ésta, una gestión estéril, dentro de la campaña electoral.  

A esta tercera corriente responden todos los voceros de las maras: Raúl Mijango, el Padre Antonio Rodríguez Tercero, Paolo Lüers y también David Munguía Payés y Monseñor Colindres. Sin embargo, este último no seguía originalmente esta forma de pensar, pero fue arrastrado por dicha corriente, en su relación con las pandillas.

En la captura de Mijango y de toda la estructura que permitía los beneficios a los mareros, ha habido una aceptación general de la gestión del Gobierno, pero se va a revertir a mediano plazo, en cuanto poco a poco, se vayan conociendo las relaciones de las pandillas con el Gobierno, quien buscó en ellas, un apoyo político-electoral. Resultará como en España, las negociaciones secretas entre el PSOE y ETA, durante el gobierno de Zapatero (2004-2008), un desgaste político impresionante para el Gobierno. Mientras ETA estaba llegando a su fin, como entidad político-terrorista, aquí las maras están desarrollando su potencial, en vista de lo cual, es conveniente  analizar la cuestión más a fondo.

Un peligro a la seguridad Nacional es que las maras ya disputan el poder al Estado, lo cual ha trascendido las fronteras patrias, generando al Gobierno presión internacional, con la exigencia de que se las contenga; esta presión ha permitido que se conozcan muchos entretelones de la tregua. El FMLN, en esta coyuntura, busca cumplir tres objetivos: 1) contener a las pandillas, para destruirlas o someterlas, para una utilización futura 2) relacionar a las pandillas con la oposición política,  para revertir su propio desgaste y 3) manipular a ARENA para que apruebe, de manera irrestricta, todos los préstamos que solicita el Gobierno.

Para la desarticulación de las pandillas no será suficiente, la captura de las cabezas visibles de las negociaciones; creará ésta, un nuevo clandestinaje y cohesión entre las maras que tendrán que enfrentar a un enemigo común. Y se podrá hacer así, porque las acciones del Gobierno son limitadas y no suficientemente contundentes. Las pandillas están abandonando las ciudades y asentándose en las zonas rurales y también emigrando a Honduras. Al observar el número de enfrentamientos de la PNC y las Fuerzas Armadas con las pandillas, que van en ascenso y cada vez mejor estructuradas, no sería de extrañar que el contacto de éstas, con disidentes de la Izquierda, sean los que les están proporcionando los esquemas de guerra, usados durante el pasado conflicto armado.

Débese aclarar que ya no existe la polarización política en El Salvador, porque la lucha ideológica y política actual está, dentro de los parámetros normales del sistema democrático; sin embargo, las pandillas ejercen la violencia utilizando armas, lo cual prueba que existe polarización en la sociedad salvadoreña: a) mareros y sus allegados (400,000 personas) beneficiados con utilidades ilícitas y b) la población que sufre las consecuencias del actuar ilícito (5,500,000 personas). Esta situación encaja a la perfección, en los presupuestos que plantea el brasileño Carlos Marighella, en su obra “Guerra de Guerrillas Urbana”. Sólo una respuesta rápida y extensa del Gobierno, puede evitar que estos grupos delincuenciales, cambien a una lucha política y se cumpla así, lo que, en su visión plantea   Dagoberto Gutiérrez, dándose la “somalización” del país.  

La destitución y captura de los funcionarios implicados en la tregua y la de los particulares que colaboraron, no debe ser para castigar una ya pasada conducta, según un concepto penal, sino para evitar una amenaza presente,  a la Seguridad Nacional: en tal sentido, la remoción de los Ministros de Defensa y el de Gobernación son imprescindibles, pues con ellos aún existe la estructura que planeó la utilización política de las maras.



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