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martes, 17 de junio de 2014

LA TRANSCULTURIZACIÓN EN LATINOAMÉRICA Y SUS EFECTOS EN EL SALVADOR


Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN  http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 17  de junio de 2014.

La apreciación de los hechos sociopolíticos de Latinoamérica es la de que éstos, no han sido propicios a la instauración de un sistema de Izquierda, no obstante, en algunos países y, a partir de pequeños cambios que han permitido algunas de sus peculiaridades culturales, ha sido posible que haya algunos cambios de la realidad, no encontrando éstos, otra oposición que la del remanente popular en el cual el modelo liberal impera aún, pero que puede hacerse desaparecer, bajo el efecto de un cambio cultural que el Gobierno promueva, forzando la transformación de la economía y del Derecho.

En Latinoamérica, ningún Gobierno de Izquierda ha podido llegar al poder por sus propios meritos, sino ha sido por la alianza con otros sectores: ni en Cuba en 1959, ni en Nicaragua en 1979. En ambas ocasiones, necesitaron en apoyo de grupos no comunistas a los que después se desplazó. Al presente, es la práctica de la Democracia la que les ha llevado al poder y, ya en él pretenden usarlo para cambiar la naturaleza de nuestra civilización. Forzados por una legislación ad hoc y, al amparo de la presión social creada con la propaganda y el populismo, se pretende sustituir nuestra cultura tradicional por otra, proclive a la disgregación social. La deficiencia de la educación ha sido factor muy importante para que la mayoría de los países latinoamericanos estén hoy bajo Gobiernos de Izquierda.

En la Unión Soviética, la Perestroika destruyó el poder militar y la organización geopolítica pero no extinguió el espíritu revolucionario ni la intención de continuar gobernando a una generación revolucionaria y, esta intención fue causa de que en Sao Paulo (Brasil), el 4 de julio de 1990, se reunieran las distintas organizaciones socialistas de Latinoamérica para y, con un único criterio de organizar una lucha conjunta por el poder de los Gobiernos latinoamericanos. Fue en tal fecha y en tal reunión que se inició la transculturización de Latinoamérica, sobre las bases establecidas desde la Guerra Fría: el Grupo de Países no Alineados (1955) y el Grupo de los 77 (1964) que es una variante del primero, pero para su actuación en bloque frente a las deliberaciones de la ONU y también para retomar las situación indígena latinoamericana como tema político y no, en un estricto contexto antropológico.

Para los antropólogos  Guillermo Bonfil, Marie-Chantal Barre y otros más, el movimiento indigenista, permite una cosmovisión latinoamericana, alternativa a la planteada por la conquista, y permite considerar una cultura indígena general y común latinoamericana, por sobre las peculiaridades  de cada una de las etnias existentes aún y que exija, su autodeterminación e independencia, de los modelos liberales establecidos por la independencia de España y Portugal.  Si bien el interés y tendencia del indigenismo se inició  en el Primer Congreso Indigenista Interamericano en Pátzcuaro, Michoacán, México, en 1940, fue hasta  La Declaración de Barbados II, de julio de 1977,  cuando se le dio una dimensión ideológica y política, y al respecto dice Marie-Chantal Barre: “las estrategias y los instrumentos requeridos para realizarlas, la necesidad de una ideología consistente y clara, siendo la propia cultura el elemento aglutinador. El grupo de Barbados II se interesó igualmente en el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas y en los nuevos mecanismos represivos de las sociedades nacionales”

El aglutinamiento de factores geopolíticos  y culturales, permite la creación de una realidad nueva que marca un distanciamiento de la cultura hispánica, vale decir de propiedad privada, de libertad individual e identidad continental americana, considerándose Latinoamérica sola, desprendida de los Estados Unidos y Europa, pero que se vuelca a intereses geopolíticos rusos, chinos e iraníes, en búsqueda de la protección de estos intereses en contra de lo que llaman el “colonialismo norteamericano y europeo”.

Los efectos de la transculturización latinoamericana, pueden apreciarse en tres diferentes planos: estratégico, táctico y operacional. La implementación de estos tres planos, puede también revelar los puntos de conexión y de divergencia en la Izquierda latinoamericana, según sea su preeminencia de las fuerzas de Gobierno dentro de un país.

Pueden apreciarse claramente estos tres planos en el desenvolvimiento de la política salvadoreña: se unen las Izquierdas, en el plano estratégico frente a un objetivo común. Se encuentra dentro de este plano, como máximo exponente, Dagoberto Gutiérrez, que aboga por una nacionalidad de “pueblos originarios”, en rechazo a la hispanidad. El plano táctico lo plantea Salvador Sánchez Cerén, actualmente en la cumbre del G77+China y, el operacional es expuesto por el Diputado Sigfrido Reyes, cuando relaciona el indigenismo contra sus opositores políticos.

Como consecuencia de la implementación de los tres planos descritos, tenemos en El Salvador, el problema del indigenismo, que tiene como fin debatir sobre tres tópicos fundamentales: a) la propiedad privada, b) la deuda “histórica generacional” por sobre las necesidades actuales, c) la más inmediata e importante: las relaciones internacionales de El Salvador.

El “cambio de realidad” tiene como fin rechazar la tradición liberal (instituida por la declaración de nuestra independencia en 1821) y cuyo credo es fundamento para la solución de nuestros conflictos: políticos, sociales, económicos y en fin, culturales de toda índole. La Izquierda pretende plantear la realidad de los pueblos latinoamericanos sobre bases históricas amañadas en prejuicios culturales ya extinguidos. La hispanidad es la realidad cultural de las naciones latinoamericanas, rechazarla o negarla, sería volver a la barbarie y a la pérdida total de nuestra identidad como pueblos de cultura cristiana greco-romana.


Es miopía de los dirigentes de la Derecha, pensar que pequeños cambios al principio de los Gobiernos de la Izquierda son irrelevantes y puras teorías especulativas ideadas por mentes provenientes de las Naciones Unidas, pero sin repercusión practica en la política nacional. No se dan cuenta, de que la verdadera fuerza de la Derecha, está en el apego y defensa de su cultura, pues los valores que se defienden al sostener los principios liberales, nacen realmente del alma cultural del ciudadano y si la pierde, se pierde el sustento político, por lo que la fuerza de la Derecha no reside en la elección de un funcionario sino en el sostenimiento que él hará de los valores de su cultura hispánica.

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